jueves, 10 de diciembre de 2020

Mario Luzi / Santiago Sanz


                                                     


























                                                        Hasta que el fuego muere en el hogar
                                                        no buscamos solaz en las estrellas

                                                                                        George Meredith




De aquel flujo de vida
no guardaba la obra apenas rastro.
Mi haber sido perdía su certeza,
su sentido la obra.
Sobre esa nada descendió la sombra.
Se hizo de noche. Refulgía
aquella calavera
limpia de mí
y conmigo de toda
escoria y de toda impureza,
de fiebre y de inquietud.
Noche vacía, noche en plenitud.
No estaba yo en la nada,
sin embargo. Más bien
libre de ella.
                    
Me imaginé
cadáver descarnado
por pirañas celestes,

                                hueso pulido
por la aridez del viento-
de la culpa
de la depuración-
bajo aquellos destellos,
                                   ¿cuándo,
cuándo, Dante,
la revestida carne aleluyando?1





El poema precedente pertenece al libro Viaje terrestre y celeste de Simone Martini, publicado por Mario Luzi en 1994, cuando el poeta contaba ya ochenta años de edad. Que decidiera cerrarlo parafraseando sibilinamente un verso señalado de Dante –«la rivestita voce alleluiando»– invocando además su nombre, es una muestra conmovedora de humildad frente al viejo maestro. Es, también, testimonio vivo de un legado humanista que parece haber perdurado más tiempo en el país que lo vio nacer que en otras latitudes.

La poesía de Luzi en este libro, en este poema, parece desligada de su tiempo o de cualquier otro; en ella, lo humano se antoja sinónimo de lo perenne, y en ambos abunda. En el delicado juego entre el motivo y el concepto, entre el tiempo de las cosas y otro distinto que no deja de ser tiempo, Luzi va trenzando una urdimbre modestamente trascendente; modestamente porque parece ajena a su intención; porque va decantándose a partir de las cosas sin orillarlas del todo, como si el oficio del poeta se limitara a hacerse a un lado; trascendente porque, casi invariablemente, su poesía acaba en luz, apela a la luz; una luz que lo emparenta, como en este poema, con Dante. Es difícil imaginar a un poeta del siglo XX más próximo al florentino –también Luzi lo es– y no sólo por la presencia de Simone Martini, contemporáneo de Dante, o la evocación de la tierra toscana, sino, precisamente, por la experiencia –catártica, extática– de la luz, una luz que todo lo baña, que todo lo hermana, una luz indivisa como la de Plotino, que se cierne sobre las criaturas lo mismo que se derrama por las naves de las iglesias en las que Dante rezó y Martini pintó. En la poesía de Luzi se adivinan, en efecto, las líneas puras del gótico, su voluntad de desnudez, su impulso.

En el poema transcrito, la luz llega de noche, con la sombra. La noche es el tiempo y el lugar del despojamiento, de la ablución lustral a la luz de la luna/calavera; nunca, sin embargo, del aniquilamiento («no estaba yo en la nada…más bien libre de ella»). Pero a quien dice el poema no le basta con dejar atrás la «escoria» y la «inquietud»; quiere ir más allá, quiere soltar el lastre de ser hombre y se acuerda de Dante, que solo concibe un hombre nuevo con un cuerpo nuevo:

        …bajo aquellos destellos,
        ¿cuándo,
        cuándo, Dante,
        la revestida carne aleluyando?



Hay un sentido de urgencia en esa invocación a Dante, en la porfía de ese doble cuándo; la de Luzi es aquí una voz anhelante en extremo; apenas puede esperar más. Esa impaciencia está en él, no en Dante, que cuando escribe el verso que inspira a Luzi está celebrando, extasiado, el momento culminante de la Comedia, su encuentro ultraterreno con Beatriz, la mujer que ha dado sentido a su vida y le ha llevado hasta donde está. Dante compara el cortejo celestial que recibe a Beatriz con la apoteosis de la resurrección:

        Llamados los beatos, se alzarán
        cada uno de su tumba con presteza,
        la revestida voz aleluyando… 2


Dante en ese último verso se refiere a la nueva voz –el nuevo cuerpo– con que los justos cantarán el aleluya al final de los tiempos. Donde Dante dice voz, Luzi dice carne; al hacerlo, priva a ese verso de la rica polisemia dantesca, pues en la voz vive el poeta, el que canta, tanto o más que en la carne. Decir, sin embargo, que lo que Luzi anhela es lo que Dante da por descontado –la resurrección de la carne– sería ir, quizás, demasiado lejos. La voz de Luzi toma amorosa, rendida, las palabras de Dante porque ¿dónde iba a encontrar otras más bellas?; pero acaso no es una nueva carne lo que desearía sino una asunción de la vida vivida y una aceptación de la muerte no menos dignas de ser cantadas. 

Es, como siempre, en el tono donde acecha el sentido. El mundo de Luzi, incluso su horizonte, pueden ser los de Dante, hombres los dos al fin; no así el tono. Se diría que si Dante, con su admirable capacidad de condensación poética, comprime el sentido, Luzi ciñe las palabras. El alcance de su poesía es largo, su aliento breve, apretado, modesto.

Los versos finales del poema de Luzi, por más que transidos de Dante, hacen pensar más bien en otro italiano ya mayor que también miró a las estrellas para pedirles algo:

«La verdad era que quería alcanzar un poco de consuelo mirando las estrellas. Todavía quedaba alguna bien alta, en su cénit. Como siempre, se animó al verlas; lejanas, omnipotentes y, al mismo tiempo, tan dóciles a sus cálculos; justo lo contrario de los hombres, siempre demasiado cercanos, débiles y sin embargo turbulentos. (…) Allí estaba Venus, envuelta en su turbante de vapores otoñales. Era siempre fiel, esperaba siempre a Don Fabrizio en sus salidas matutinas, en Donnafugata antes de ir a cazar, ahora después del baile.
    Don Fabrizio suspiró. ¿Cuándo se decidiría [Venus] a darle una cita menos efímera, lejos de la torpeza y de la sangre, en su región de perenne certeza?»3


¿No es un suspiro también el de Luzi, un suspiro al amparo o bajo el auspicio de las estrellas? ¿No es su deseo, como el de Lampedusa, un Todeswunsch escueto, mediterráneo, limpio de la hojarasca y del pathos del romanticismo más caduco? Italia parece haber encontrado siempre un resquicio desde el que hacer llana la trascendencia acallando los gestos; una manera de mirar la vida en la que la muerte no es su reverso ni su sello. Se empaña la lente con la proximidad del aliento; la voracidad del ojo desenfoca la visión. Una mirada limpia, despejada, solo es posible alejándose un poco. Luzi, Lampedusa –o Don Fabrizio– supieron apartarse; alzaron la vista a los astros para entender, o al menos intuir, quiénes eran y qué llamada debían atender. 






1 Di quel flusso di vita/ l’oppera appena tratteneva il segno./ Perdeva senso l’opera, certezza/ il mio essere stato./ Su quel nulla di fatto scese l’ombra./ Si fece notte. Rifulge/ essa, calvaria/ dilavata di me/ e con me d’ogni/ impurità e ogni scoria/ di febbre, di turbamento./ Notte vuota, notte plenaria./ Non ero Io nel niente,/ però. Ero/ più ancora nell’essente./ Mi pensai/ salma spolpata/ da piranha celestiali/ osso pulito/ dall’aridità dei venti-/ di rimorso/ di purificazione-/ sotto quella luminaria,/ quando/ quando, Dante,/ la rivestita carne alleluiando?. Mario Luzi, Viaggio terrestre e celeste di Simone Martini, 1994.
2 Quali i beati al novissimo bando/ surgeran presti ognun di sua caverna,/la revestita voce alleluiando,… (Purgatorio XXX, 13-15)
3 Giuseppe di Lampedusa, El Gatopardo, parte sexta.


____________

MARIO LUZI (Florencia, 1914-2005). Uno de los poetas italianos más importantes del siglo XX. Es autor, entre otros muchos, de los libros de poesía La barca (1935), Primicia del deserto (1952) o Viaggio terrestre e celeste di Simone Martini (1994). Su obra ha sido parcialmente publicada en español. 

SANTIAGO SANZ ha editado y traducido la poesía del poeta metafísico inglés George Herbert, Antología poética (Animal Sospechoso, Barcelona, 2014. Premio Ángel Crespo de traducción, 2015), en colaboración con Misael Ruiz Albarracín. 










domingo, 12 de julio de 2020

Lala Blay / Abstància


Traducción de Misael Ruiz



























Los versos de Lala Blay, sutiles e intactos como agujas imantadas, nos buscan, se imponen y juegan con nosotros sin misericordia intelectual y, como en un juego amoroso, nuestra poeta se insinúa, contacta, se apodera de nuestras defensas y acabamos perdiendo. Perdiendo en beneficio de una ganancia superior, el acceso a un campo magnético, exclusivamente personal en el que un yo absoluto, graciosamente incorpóreo, preside toda proposición carnal.

Este es el libro, 
Abstància, como se nos presenta: sensual. Y aún mucho más. Porque la autora, por encima de un lirismo que quiere anónimo, personaliza, deviene, complacida, la protagonista insustituible de la obra: nada será –determina– ajeno al sujeto de la oración en la que ella se sitúa. En el poema, considerado un mundo reducido a palabra, no hay nadie más que la autora y su cómplice necesario. En esas líneas horizontales que son los versos en tensión, hay, también el propósito de escribir verticalmente, la voluntad de manifestar el poder de lo inmóvil, que siempre supera, por oposición, la perpetuidad del movimiento, la vida.

Màrius Sampere i Passarell




Publicamos a continuación una selección de sus poemas en traducción al español, seguidos de los poemas originales en catalán al final de la entrada. 

_____________






X



Cántaro sonoro:
palabra de arcilla rosada
que alguien moldeó.

Cántaro
promisorio de agua…

Resuena la sed
en tu vientre
y emana por el pico.

Pero el labio,
incauto,
te rozó al pasar
y te halló seco. 

                    [De Liebeslied]






XXII



Anoche el amor
se volvió sal
en el párpado,

los ojos se dijeron
el afán más vivo
la voz callaba.

Después se alzó
de entre la sal
hierba fina.

Suave pestaña
que mueve el viento
en la noche clara.

                   [De Liebeslied]





XXIV



Al amanecer montamos
un toldo con cuatro palos,

y recorremos a oscuras el campo
en busca de alimento.

No visitamos el río ni el generoso mar
que el corazón no quiere.

El corazón busca el terrero y la salina seca
y descubrir la fuente en la huella más ligera.

                                                              [De Liebeslied]






El pliegue



El pliegue,
el pliegue de luz,
el pliegue de luz desvela el fondo,
al atravesar la noche.

La noche es noche.
Ten en cuenta
la frágil complexión de la membrana,
la levedad del tejido.

                                            [De Plec de claror]






Escombros. Bancales. Soledad.



Escombros, bancales, soledad. 
Restos de un harapo.
Y movimiento de tierra.
Aquí
un gran talud
que niega
el desprendimiento.
Aquí
un boquete
que se abre irremediable.
Todo en estado de alerta.

–no habrías consentido
que nadie se alojara allí–.

                                 [De Plec de claror]






Al borde vivo del bosque incendiado



Al borde vivo del bosque incendiado,
aquí
la lectura no avanza.
Aquí, yo
inclinándome al dictado del amor
que así lo quiere.
Él da la medida del peligro,
la apuesta que debo hacer,
el grado de incandescencia
y el límite justo
donde todo me será dado:
tiene que ser sin medida.

Rehaces la lectura
con las manos
te ases
a la letra
refractaria.

                                         [De Plec de claror]






Se abrió el pan



El pan, el pan, ¡creedme!
se abrió el pan.

No cortaba el aliento, era
habitable.
Crujía todo él
cuando se me dio,
creedme.

Os lo mostraría,
si no fuese porque los pájaros se han comido
las migas del camino.

                                                           [De Plec de claror]






Para



Para la longitud de este dolor,
por la afilada dureza de la espina
que cose la noche
y por el amor, y por la delgada
línea que divide
la razón y el delirio
la doble luna de mi pecho.

                                     [De Plec de claror]






Arrephóroi



Antes de cumplir doce años,
preparó la urdimbre,
la tarea más pesada.

Entonces:
anchas cenefas todas como de luz
y nudos insondables
y un industrioso hacer y deshacer de los dedos
y la entrada mortal del poema
como un tú.

                                                                    [De Abstància]






La cuña que nos ensambla no tiene medida



La cuña que nos ensambla no tiene medida
ni se cuenta en años.
A veces toma la forma afable de un tabique,
el canto redondo de un estante metálico,
el tono nacarado de la luz de neón –
una nube que se repliega, crea
un lugar donde descansar
y se deshace–.

Querido –
cuando acaso te diriges a mí
y pronuncias mi nombre en voz baja:
la luna que se alza,
la umbría del lilo
y el suave aguijón del enebro
a un mismo tiempo.

                                                                [De Abstància]






Punta seca



¿Por qué mejor el camino à la pointe acérée que otro?
¿Por qué la entalladura?
Sobre el mar de cobre
una pequeña onda sustraída a la erosión.

te abres a cada trazo,
quedas desocupada,
te ofreces –
anudas lo que permanece con lo posible,
y acompañas a la espuma
hasta el blanco.

                                                                                    [De Abstància]






Venías



Venías con las ramas del dolor;
cargabas el haz como quien lleva una promesa.
Me quité el vestido de poniente
y fue su mortaja.

Ahora vuelan por el cielo nocturno,
ahora sueñan con hojas.

Con el jadeo del amor he hilado un estambre
que les coge de la mano
y constela.

                                                                    [De Abstància]



 



__________


LALA BLAY (Barcelona, 1968) ha publicado los libros de poesía en catalán Liebeslied (Pagès Editors, 2001. Premi Recull 2000), Plec de claror (Proa, 2005. Premi J. M. López-Pico 2004) y Abstància (Pont del Petroli, 2016, con siete puntas secas de Rosa Vives). Es autora igualmente, entre otros, del libro de ensayo y traducción Píndaro desde Hölderlin (La Oficina de Arte y Ediciones, Madrid, 2018). Su publicación más reciente es «Cuando Heidegger lea a Celan» (en La apropiación de Heidegger, AAVV,  Bonilla-Artigas y UNAM, 2020).



MISAEL RUIZ (Bruselas, 1960) es autor de los libros de poesía El hueco de las cosas (Trea, 2010) y Todo es real (Pre-textos, 2017; premio Antonio Oliver Belmás). Ha traducido y editado la poesía de Clive Wilmer (Vaso Roto, 2011), R.S. Thomas (Trea, 2008), George Herbert (Animal Sospechoso Editor, 2014, en colaboración con Santiago Sanz; premio de Traducción Ángel Crespo, 2015) y Catherine Pozzi (Animal Sospechoso Editor, 2018). 


____________
[Versión original en catalán]







X



Càntir sonor:
paraula rosada d’argila
que algú tornejà.

Càntir
promissori d’aigua...

Ressona la set
al teu ventre
i emana del broc.

El llavi, però,
incaut,
passant va tocar-te
i et va trobar sec.

                       [De Liebeslied]





XXII



Anit l’amor
s’ha tornat sal
a la parpella,

els ulls s’han dit
l’afany més viu
la veu callava.

Després s’ha alçat
d’entre la sal
herbeta fina.

Pestanya suau
que mou el vent
en la nit clara.

              [De Liebeslied]





XXIV



Amb quatre pals bastim un tenderol
a trenc de dia,

i encara fosc anem pel camp
en busca d’aliment.

No visitem el riu ni la mar generosa
que el cor no ho vol.

El cor busca el terrer i l’eixuta salina
i saber de la font
per la petja més fina.

                                                  [De Liebeslied]





El plec



El plec,
el plec de llum,
el plec de llum ha fet visible el fons,
en travessar la nit.

La nit és nit.
Tingues en compte
la fràgil complexió de la membrana,
la lleugeresa del teixit.

                                           [De Plec de claror]
         




Runa. Marjals. Solitud.



Runa, marjals, solitud.
Restes d’algun parrac.
I moviment de terres.
Aquí
un gran talús
negant l’esllavissada.
Aquí
un esvoranc
obrint-se irremeiable.
L’estat d’alerta arreu.

–no hauries consentit
que ningú hi fes estada–.

                    [De Plec de claror]





Al marge vis del bosc incendiat



Al marge viu del bosc incendiat,
aquí
la lectura no avança.
Aquí, jo
inclinant-me
al dictat de l’amor
que ho vol així.
Ell dóna la mesura del meu risc,
l’aposta que cal fer,
el grau d’incandescència
i el límit just
on tot se’m donarà:
no hi ha d’haver mesura.
...
Tu refàs
la lectura
amb les mans
t’agafes
a la lletra
refractària.

                                   [De Plec de claror]





El pa es va obrir



El pa, el pa, creieu-me!
el pa es va obrir.

No tallava l’alè, era
habitable.
Tot ell cruixia
quan se’m va donar,
creieu-me.

Que jo us ho mostraria,
si no fos que els ocells se m’han menjat
les molles del camí.

                                                   [De Plec de claror]





Per a



Per a la longitud d’aquest dolor,
per l’aguda duresa de l’espina
que cus la nit
i per l’amor, i per la fina
línia que divideix
raó i deliri
la doble lluna del meu pit.

                                 [De Plec de claror]





Arrephóroi



Abans de fer dotze anys
va preparar l’ordit,
la tasca més feixuga.

Llavors:
amples sanefes totes com de llum
i nusos insondables
i un fer i desfer industriós de dits
i la mortal entrada del poema
com un tu.

                                  [De Abstància]





La falca que ens engalza no té mida



La falca que ens engalza no té mida
ni es compta amb anys.
A voltes pren la forma benigna d’un envà,
l’angle esmussat d’un prestatge metàl·lic,
el to nacrat de la llum del neó –
un núvol que es replega, configura
un lloc on recolzar-se
i es desfà.

Estimat –
quan per ventura t’adreces a mi
i pronuncies baixet el meu nom:
la lluna que s’enlaira,
l’obaga del lilà
i l’esperó suau de la ginebra
alhora.

                                             [De Abstància]





Punta seca



Per què el camí à la pointe acérée millor que un altre?
Per què l’entalladura?
Sobre la mar d’aram
petita onada sostreta a l’erosió.
Tu
t’obres a cada traç,
restes vacant,
et dónes –
nues el demorat amb el possible,
i acompanyes l’escuma
fins al blanc.

                                                                                   [De Abstància]





Venies



Venies amb les branques del dolor;
portaves el feix com es du la promesa.
Em vaig treure el vestit de ponent
i els va fer de mortalla.

Ara volen pel cel nocturnal,
ara tenen un somni de fulles.

Del bleix de l’amor he filat un estam
que les pren de la mà
i constel·la.

                                      [De Abstància]









miércoles, 11 de marzo de 2020

Píndaro / Primera Oda Olímpica 


Traducción de Eulàlia Blay





Ánfora panatenaica, ca. 490 a.C (Museo Univ. de Princeton)



























El trabajo de Hölderlin con textos de la Antigua Grecia lo lleva comprender el mélos de Píndaro como momento central del movimiento que despliega la pregunta por el ser y, con ello, del surgimiento y pérdida de Grecia. El mélos parte del mundo de hombres y dioses legado por el épos de Homero, un mundo caracterizado por la armonía, belleza e irreductibilidad de cada escena y cada cosa. Una vez las cosas están ahí, surge el asombro y la consiguiente pregunta por su ser, de modo que Píndaro, tomando una en particular: la victoria de un hombre en los juegos, emprende el camino hacia el fondo divino del que proceden, desplegando antiguas historias de héroes y dioses, y apuntando, en definitiva, hacia el origen de todo. Ese camino lo lleva a tratar también del canto mismo y a advertir el peligro inherente a la belleza, que seduce y despista, pero también inherente a su propia pretensión de alcanzar lo divino. Por todo ello, Píndaro arranca de las cosas hacia el dios y a la vez refrena esa tendencia, en un característico vaivén. Aun así, la dirección ya está trazada, y cuando el mélos sea recogido por la tragedia y el héroe pretenda sujetar lo divino, se constatará, con su ruina, la insolencia de la pregunta por el sentido, que no es sino el proyecto griego. 


En Píndaro desde Hölderlin -de donde procede la Oda que publicamos a continuación- se presentan ocho cantos y algunos fragmentos de Píndaro, dando de cada uno primero un comentario y luego  la traducción acompañada del texto griego, asumiendo que ni siquiera en este último caso estamos ante el poema, pues de él faltan aspectos esenciales como la melodía, la danza o la posibilidad de percibir su ritmo por la vía sensorial; más bien se concibe el conjunto: comentario – traducción – original griego como una vía de introducción a la posibilidad de captar y pensar, en la medida de lo posible, el movimiento o tránsito que representa Píndaro en el devenir griego.






(Ir a la versión original)

____________
      
               


          

A Hierón de Siracusa, vencedor en la carrera individual de caballos, 476 a.C.



Est. 1 


Lo mejor, el agua; y el oro, igual que ardiente fuego
en la noche, fulgura, entre riqueza insigne;
mas, si cantar contiendas
deseas, corazón mío,
no busques contemplar ninguna clara estrella
más cálida que el sol, de día, en el cielo vacío,
ni anunciaremos pugna mayor que la de Olimpia.
Viene de allí el renombrado himno que circunda
las destrezas de los sabios; ellos, que a celebrar
al hijo de Crono se allegaron, al opulento,
dichoso lar de Hierón,




Ant. 1 

que empuña el cetro, de recto juicio, en la rica en rebaños
Sicilia, gozando cada cumbre de los triunfos,
y también se deleita
con lo más escogido de los cantos
–tales interpretamos, junto a la amada
mesa, los hombres, con frecuencia–. Mas la doria forminge
toma del clavo, si la gracia de Pisa y Ferenico
con dulces atenciones influyó en tu deseo,
cuando junto al Alfeo se lanzó,
cuerpo sin espuelas en las carreras ofreciendo,
y anudó a su dueño con el triunfo,



Ep. 

al rey de Siracusa, que a los caballos ama; luce para él la fama
en la colonia de osados hombres del lidio Pélope;
de él se enamoró el portador de la tierra,
Posidón poderoso, cuando de la pura caldera Cloto lo sacó, 

distinguido por el marfil su hombro luciente. 
Muchos son los asombros, y de un modo u otro, tal vez,
el hablar de los hombres,
los relatos ornados más allá del decir verdadero embaucan con hábiles

     [mentiras.



Est. 2 

Y la gracia, que provee a los mortales de lo dulce,
aportando honor, también planeó que lo increíble
fuera, con frecuencia, creído;
pero los días que vendrán son
los más sabios testigos.
Con los hombres concierta decir de los dioses lo bueno, pues menor es la culpa.
Hijo de Tántalo, de ti proclamaré, en contra de los hombres de antaño,
que, cuando tu padre invitó a la más ordenada fiesta
y en la querida Sípilo
a los dioses, ofreciendo en correspondencia un banquete,
entonces el dios del tridente luminoso te tomó,



Ant. 2 

los sentidos vencidos por el deseo, y en áureos caballos
te llevó hacia la más alta casa de Zeus ampliamente honrado,
donde en posterior tiempo
también fue Ganimedes
para el mismo servicio a Zeus.
Pero cuando fuiste invisible, y muchos hombres, por más que te buscaban, a tu 
     [madre no te llevaron,
uno de los envidiosos vecinos, enseguida, dijo en secreto
que en el punto de hervor del agua en el fuego
con cuchillo cortaron tus miembros
y en las mesas para los últimos platos de carne
te repartieron y comieron.



Ep. 2 

Por mi parte, imposible llamar voraz a alguno de los bienaventurados; de ello 
     [me alejo;
ningún lucro se ganó el difamador.
Si en verdad los testigos del Olimpo a algún mortal
honraron, ese era Tántalo. Pero, de digerir
la gran dicha no fue capaz, y por su codicia insaciable ganó
monstruoso castigo: el padre le colgó
imponente piedra;
en el incesante querer echarla de su cabeza se aparta del júbilo.



Est. 3 

Tiene esta inepta vida de fatiga constante
–cuarto trabajo de otros tres–, porque, a hurtadillas de los inmortales, 

néctar y ambrosía
a sus compañeros de bebida
les dio, de aquellos que le hicieron
imperecedero. Mas, si algún hombre espera hacer algo escapando a la atención 
     [de un dios, se equivoca.
Y así, los inmortales mandaron a su hijo de vuelta,
de nuevo entre la efímera raza de los hombres.
Hacia la flor de la edad, cuando
el vello le cubría la mejilla oscureciéndola,
consideró oportunas nupcias:



Ant. 3 

del padre pisano la espléndida Hipodamía
ganar. De noche, yendo solo cabe el grisáceo mar,
llamaba al siempre-fragoroso
de bello tridente; se le 

apareció junto a sus pies.
Entonces dijo:
«Si los amables presentes de Cipria son algo, ¡venga, Posidón!,
     [¡la gracia 
se tenga en cuenta!, retén la broncínea lanza de Enómao,
déjame ir sobre el más veloz de los carros
a Élida, y acércame al éxito,
pues aquel, habiendo acabado con trece hombres
pretendientes, pospone la boda



Ep. 3 

de la hija. A hombre cobarde no lo aferra el gran peligro.
Pero, tratándose de aquellos a quienes menester es morir, ¿por qué habría 
     [alguien de, anónimo,
sentado en la oscuridad, cocer en vano la vejez,
sin tener parte en nada de lo bello? En cuanto a mí, ese combate
tendrá lugar. Da tú el cumplimiento deseado.
»
Así habló; no empleó sin fruto
la palabra. El dios, honrándolo,
le dio un carro dorado e incansables caballos alados.



Est. 4 

Y él ganó a la pujanza de Enómao y a la doncella como su esposa.
Engendró a seis hijos, líderes anhelantes de proezas.
Y ahora, toma parte en soberbios
sacrificios funerarios,
yaciendo junto al curso del Alfeo,
teniendo frecuentada tumba cabe el altar donde van muchos forasteros. Y lejos 
     [brilla la fama
habida en las carreras de los festivales olímpicos
de Pélope, donde se compite por la rapidez de los pies
y las cúspides valientes de la fuerza.
El vencedor el resto de su vida
tiene dulce bonanza



Ant. 4 

por mor de las contiendas. Pero siempre, el bien que adviene cada día
para todo mortal es el mayor. Yo debo coronar
a este con aire ecuestre
en un canto eólico;
pues seguro estoy de que no hay, ahora, un anfitrión
tan diestro en cosas nobles y, a la vez, de tan distinguido poder
a quien adornar con los afamados pliegues del himno.
Un dios como guardián se cuida de eso,
Hierón, teniendo preocupación por tus
intereses, y a menos que presto te deje,
espero celebrar otro éxito aún más dulce



Ep. 4 

con el carro veloz, habiendo encontrado un camino de palabras provechoso
al venir junto al soleado cerro de Crono. En verdad, 
la musa me tiende la más potente flecha como ayuda:
otros son grandes de otro modo, pero la cima
es coronada por los reyes. No mires más allá.
Que tú puedas ese tiempo pisar alto,
y yo acompañar a cuantos ganen
siendo primero en el saber entre los helenos por doquier.





____________




EULÀLIA BLAY es autora de los libros de poesía en catalán Plec de claror (Premi J. M. López-Pico 2004), Abstància (2016) y Liebeslied (Premi Recull 2000). En 2018 se publicó su estudio y traducción Píndaro desde Hölderlin (La Oficina de Arte y Ediciones).