lunes, 7 de enero de 2019

Anxo Pastor / Hierba respirada








Etruscos



























¿Por qué Anxo Pastor abre «Hierba respirada» con una cita de los Salmos? «¡El hombre! Como la hierba sus días, / pasa por él un soplo y ya no existe». Pero esa hierba se convierte en aliento, en respiración. Somos hierba, pero hierba respirada.

Pastor habla de lo que es ligero pero se obstina. De aquello que se pierde al contarlo, pero es oscuro e impalpable. De los hombrecitos azules que se esconden entre la niebla y de la extensión inabarcable del corazón. Del niño de corcho al que su madre no sabe qué leche darle y del rumor de las raíces.

Hay escritores charlatanes, pero Pastor es condensado y afónico. Compone poemas con pocas palabras igual que hace dibujos con pocas líneas. Te habla de escritores que mueren bajo la nieve en el bosque como Robert Walser. Los títulos de sus libros prometen condensación y sombra: Arcana, El caballo económico, Sombra fértil.

Habla de lo que calla pero persiste. De lo que rehúye las palabras pero duerme en ellas. De la parte hundida del iceberg. Del niño que remueve su sopa como si no tuviera fondo. Del tiempo en las ventanas. De libros sobre nubes y musgo. De las hojas desgajadas que son hombres extraviados. Saca el abismo de las palabras.
   
El hombre es hierba, pero hierba respirada. Sus sillas son de ceniza, viaja por párpados desconocidos. Pero las brujas le hablan de huecos cálidos. Pero los lobos invisibles lamen su tierra. Y a veces damos con la inmensidad de un rostro. Y un monje poético sonríe y reza. Y los caballos surgen de las nubes. Y a veces tocamos la orilla de un canto. El amor es de niebla, pero la niebla es amor. El poeta yerra entre la niebla y escribe el poema de la hierba. Y late el fondo: «Quizás antes de la llegada / surjan cosas». El hombre es hierba, pero hierba respirada.

Antonio Costa Gómez 




Publicamos a continuación una selección de poemas de Hierba respirada (Trea, 2018) de Anxo Pastor, junto con un poema inédito. Los poemas originales en gallego aparecen al final de la publicación. 

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En el bosque viejo



La niebla se desvanece
y los hombrecitos azules
se hacen nítidos.

Pasa la luz entre las hojas
y como inocentes caballos
estiran sus cuellos. 

Beben todo el azul de los charcos,
cristal misterioso,
vasta extensión inabarcable
del corazón.





La sopa



Remueve con la cuchara la sopa
sin encontrar el fondo,
remueve un lago o un pantano
de aguas verdinegras.
Sin signos de proeza, 
remueve con la cuchara
su sopa
tibia
negra 
insomne.





Ladera



Las piedras se refugian en su música,
el aprendizaje es lento.
Sólo escarbamos, sólo arañamos.

Las nubes no liberan sus caballos.
Las sombras de oro antiguo
se han vuelto cenicientos lomos
de animales dormidos. 

Todos los días viajamos sin rumbo
por desconocidos párpados.






Tres brujas



En horas imprecisas
vienen a comer a mi mano
tres brujas vestidas de palomas.

Son suaves con plumas de un raro blanco, 
picotean con desdén, susurran
me cuentan...

Ponen todo su afán y su sabiduría en decirme
el buen sabor que ahora tiene el trigo, 
el calor, la ternura de la mano, 
ese hueco cálido como un nido. 

En las horas imprecisas
vienen a resucitarme tres brujas buenas, 
me lo afirman sus canciones, 
sus escobas, 
su olor de azufre de mentira.

Qué elásticos y prometedores
son nuestros deseos, 
qué necesarias estas brujas voladoras, 
estas confidentes de lo visible envilecido. 





Lobo



Huye invisible lobo, 
envuélvete en el nido de la niebla, 
cruza esa gruta
de los oscuros días. 

Huye, 
aléjate, 
mira el perfil lejano
de la nube y el abedul
y cómo el mar pule su blancura. 

Extraño de ti mismo, 
huye,
lame con tu lengua toda esta tierra. 
Hazte mañana, 
primera nieve. 





Nubes



Cabezas de caballos
sobre hombres borrosos. 
La casa se ilumina, 
y una rama escucha la respiración 
de la piedra. 
Silenciosas pasan las nubes. 
Los párpados ocultan sus prodigios
el oro concentrado de los días, 
el gran rumor de las raíces. 





Hierba respirada



De una aldea a otra
en caminos de niebla,
comenzó a escribir
el poema de la hierba. 

Quizás antes de la llegada
surjan cosas...





Intemperie



Duerme sobre cartones
con la radio en la mano. 
                          Temblorosa...
                                           Flor y herida.





Balouta



Tintas de tierra
como venas de prado
te dicen al oído
no puntuar
como no puntúa el murmullo de los árboles
y su dorado aire

La claridad no ha llegado del cielo
la claridad no es un fruto

No puntuar
regresarás
vientre de nieve y tierra

Se escucha un eco
Balouta
nido de la mano

                                          [Inédito]


                                                      


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ANXO PASTOR (1959) dirige la galería de arte Arcana, en Vilagarcía de Arousa. Coordinó e ilustró A rama no aire, la página de poesía del Faro de Vigo y, en la actualidad, coordina e ilustra La nube habitada, en la revista digital Fronterad. Ha publicado los libros de poesía Os poemas da secta (1987), Arcana (1993), O cavalo económico (1998), Sombra fértil (1999) y Hierba respirada (Trea, 2018). 






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No bosque vello



A néboa esvaécese
e os homiños azuis
fanse nidios.

Pasa a luz entre as follas
e como inocentes cabalos
estiran os seus pescozos.

Beben todo o azul dos charcos,
cristal misterioso,
basta extensión inabarcable
do corazón.





A sopa



Remexe coa culler a sopa
sen atopar o fondo,
remexe un lago ou un pantano
de augas verdinegras.

Sen signos de proeza
remexe coa culler
a súa sopa
morna
negra
insomne. 





Ladeira



As pedras refuxianse na súa música,
a aprendizaxe é lenta.
Só escarvamos, só rabuñamos.

As nubes non liberan os seus cabalos.
As sombras de ouro antigo
voltáronse cinzentos lombos
de animais durmidos.

Todos os días viaxamos sen rumbo
por descoñecidas pálpebras.





Tres bruxas



En horas imprecisas
veñen comer á miña man
tres bruxas vestidas de pombas.
Son dondas con plumas dun raro branco,
peteiran con desdén,
murmuran,
cóntanme …

Poñen toda a súa ansia e sabedoría
en dicirme,
o bo sabor que agora ten o trigo,
a calor, a tenrura da man,
ese oco morno como un niño.

En horas imprecisas
veñen a resucitarme
tres bruxas boas,
afírmanmo as súas cancións,
as súas vasoiras,
o seu cheiro de xofre de mentira.

Que elásticos e prometedores
son os nosos desexos,
que necesarias estas bruxas voadoras,
estas confidentes do visible envilecido.
  




Lobo



Fuxe invisible lobo,
envólvete no niño da néboa,
cruza esa cova
dos escuros días.

Fuxe,
afástate,
olla o perfi lonxano
da nube e o bidueiro
e como o mar pule a súa brancura.

Estraño  de ti mesmo,
fuxe,
lambe coa túa lingua toda esta terra,
faite mañá,
primeira neve.





Nubes



Cabezas de cabalos
sobre homes borrosos.
A casa ilumínase
e unha rama escoita a respiración
da pedra.
Silandeiras pasan as nubes.
As pálpebras ocultan os seus prodixios,
o ouro concentrado dos días,
o gran rumor das raíces.





Herba respirada



Dunha aldea a outra
en camiños de néboa,
comenzou a escribir
o poema da herba.

Quizais  antes da chegada
xurdan cousas…





Intemperie



Dorme enriba dos cartóns
coa radio na man.
                          Tremente …
                                       Flor e ferida.






Balouta


Tintas de terra
como venas de prado
dínche ao oído
             non puntuar
como non puntúa o murmullo das árbores
e o seu dourado aire

A claridade non chegou do ceo
a claridades non é un froito

Non puntuar
voltarás
ventre de neve e terra

               Escoitase un eco
Balouta
                Niño da man