jueves, 9 de noviembre de 2023

 

Luis Buñuel / El perro andaluz





























La literatura y el cine son dos artes estrechamente ligadas entre sí, que comparten numerosos elementos, y Luis Buñuel es uno de los actores privilegiados de los orígenes de este encuentro. El de Calanda, como otros poetas y artistas, vio en las imágenes en movimiento nuevas posibilidades para expresar aquello que quería transmitir. Asimismo, aunque la poesía sea el género literario al que menos atención parece haber prestado el séptimo arte, el papel principal de la imagen en el cine se relaciona directamente con él. No es de extrañar, pues, que años más tarde Buñuel defendiese el cine como instrumento de poesía, ya que ambos lenguajes, perfectamente equiparables, pueden utilizarse como medio de expresión del mismo mensaje. Esta posibilidad de comparación puede apreciarse en los dos perros andaluces de nuestro autor: poemario y film.

El perro andaluz fue un poemario que Luis Buñuel nunca publicó y cuyos componentes líricos, según hemos constatado, vertebraron el que fue su primer trabajo como director de cine, el cortometraje prácticamente homónimo Un perro andaluz. A la luz de su epistolario podemos establecer la línea evolutiva de este malogrado proyecto literario.
Jordi Xifra






Creo que el cine ejerce cierto poder hipnótico en el espectador. No hay más que mirar a la gente cuando sale a la calle, después de ver una película: callados, cabizbajos, ausentes. El público de teatro, de toros o de deporte, muestra mucha más energía y animación. La hipnosis cinematográfica, ligera e imperceptible, se debe sin duda, en primer lugar, a la oscuridad de la sala, pero también al cambio de planos y de luz y a los movimientos de la cámara, que debilitan el sentido crítico del espectador y ejercen sobre él una especie de fascinación y hasta de violación.
Luis Buñuel




Por cortesía de Animal Sospechoso editor publicamos a continuación dos poemas de El perro andaluz (Animal Sospechoso, 2023) junto con una carta a Pepín Bello, que incluye otra que remitieron él y Dalí a Juan Ramón Jiménez.

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Palacio de hielo 



Los charcos formaban un dominó decapitado de edificios de los que uno es el torreón que me contaron en la infancia de una sola ventana tan alta como los ojos de madre cuando se inclinan sobre la cuna. 

Cerca de la ventana pende un ahorcado que se balancea sobre el abismo cercado de eternidad, aullado de espacio. SOY YO. Es mi esqueleto del que ya no quedan sino los ojos. Tan pronto me sonríen, tan pronto me bizquean, tan pronto SE ME VAN A COMER UNA MIGA DE PAN EN EL INTERIOR DEL CEREBRO. La ventana se abre y aparece una dama que se da polisoir en las uñas. Cuando las considera suficientemente afiladas me saca los ojos y los arroja a la calle. Quedan mis órbitas solas sin mirada, sin deseos, sin mar, sin polluelos, sin nada. 

Una enfermera viene a sentarse a mi lado en la mesa del café. Despliega un periódico de 1856 y lee con voz emocionada: «Cuando los soldados de Napoleón entraron en Zaragoza, en la VIL ZARAGOZA, no encontraron más que viento por las desiertas calles. Solo en un charco croaban los ojos de Luis Buñuel. Los soldados de Napoleón los remataron a bayonetazos».







Historia decente



Carmencita era muy dócil. La inocencia de Carmencita era proverbial. Su madre velaba por ella noche y día y ponía frente a su hija la muralla de su vigilancia, contra las añagazas del mundo. La madre, al llegar Carmencita a los doce años, se mostraba preocupadísima. «El día que mi hija menstrúe por primera vez –pensaba–, adiós su dorada inocencia.» Pero llegó a resolver el problema. Cuando vio ponerse pálida a Carmencita por primera vez, se echó a la calle como una loca y a poco volvía con un gran ramo de flores rojas. «Toma, hija mía, toma; ahora empiezas a ser mujer.» Y Carmencita engañada y contenta con aquellas maravillosas flores rojas se olvidó de menstruar. Todos los meses, doce veces por año, durante muchos años, Carmencita fue así engañada y preservada de la ruin verdad. Con las ojeras precursoras del 30 de cada mes, su madre le ponía en las manos las flores rojas. Carmencita cumplió los cuarenta años.

Su madre, ya muy anciana, le llamaba aún Carmencita, pero todos la nombraban doña Carmela. En esa edad, llegó un mes en que Carmencita ya no tuvo ojeras y entonces su madre le regaló un bouquet de flores blancas. «Toma, hija mía, es el último ramo que te ofrezco, ya has dejado de ser mujer.» Carmencita se sublevó. «Pero, mamá, si no me he enterado de que lo he sido». A lo que la madre respondió: «Tanto peor para ti, hija mía». Aquel bouquet blanco, ya marchito, deshojado, esparcido, seco, fue el que pusieron en el ataúd de Carmencita.



Historia indecente



A Mariquita, cuando llegó a la edad crítica, su madre quiso hacerle lo mismo que hiciera la de Carmencita, y cuando la vio ponerse ojerosa y pálida, le regaló un bouquet de rosas rojas. Pero Mariquita era mucho más descarada que Carmencita. Cogió el bouquet, abrió la ventana, arrojó por ella las flores y se puso a menstruar como Maruja, la que tú, Pepín, viste concursar en aquel concurso inolvidable.








[Carta de Luis Buñuel a Pepín Bello


París, 10 de febrero de 1929 

Querido Pepín: Tienes razón, te debíamos haber escrito desde Figueras pero había que decirte tantas cosas que preferimos no hacerlo. Te advierto que no le escribimos a nadie ni una postal. Y a ti vuelvo a repetirte que, como había que contar tantas cosas, preferimos no contar ninguna. Por otra parte, desde que llegué aquí no he tenido tiempo de nada agobiado de trabajo como me hallo. Con Dalí, más unidos que nunca, hemos trabajado en íntima colaboración para fabricar un scénario estupendo, sin antecedentes en la historia del cine. Es algo gordo. A ti te ha de gustar más que nada. Comenzaré a impresionar el mes de marzo. Ahora me hallo preparando todo. Te tendré al corriente. Lo íbamos a titular «La marista de la ballesta» pero por el momento tiene como título provisional «Dangereux de se pencher en dedans». Las respuestas que enviaste a Dalí eran muy buenas. Creo que va a publicarlas en el Amic. Compra el último número de La Gaceta del día 1 de febrero. Bergamín habla de ti; además, en el sumario de L'Amic dels Arts [sic] vienes tú. 

Te doy a continuación una copia de la carta que enviamos desde Figueras firmada por Dalí y por mí, a Juan Ramón Jiménez. Si te enteras de algo relativo a esto ya me lo dirás. 



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Sr. Dn. Juan Ramón Jiménez 

Madrid 


Nuestro distinguido amigo: Nos creemos en el deber de decirle –sí, desinteresadamente– que su obra nos repugna profundamente por inmoral, por histérica, por cadavérica, por arbitraria. 
     Especialmente: 
     ¡¡MERDE!! 
para su Platero y yo, para su fácil y malintencionado Platero y yo, el burro menos burro, el burro más odioso con que nos hemos tropezado. 
     Y para V., para su funesta actuación, también: 
     ¡¡¡¡MIERDA!!!! 

Sinceramente, 

Luis Buñuel           Salvador Dalí 



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Mi libro está en prensa. Te lo dedico a ti, encabezándolo con lo del ateneísta. Hay bastantes cosas que no conoces y aunque ligeramente demodés no están mal. Esto es para romper el fuego. Luego voy a publicar cosas gordas. Con Dalí haré un libro en colaboración este verano en Cadaqués y contigo he de hacer otro en cuanto se presente la ocasión. El título de mi libro de ahora es «EL PERRO ANDALUZ», que nos hizo mear de risa a Dalí y yo cuando lo encontramos. He de advertir que no sale un perro en todo el libro. Pero queda muy bien y muy dócil. Además de risueño e idiota. Apenas salga dentro de un mes aproximadamente, te enviaré un ejemplar. Vuelve la página y lee uno de los poemas que allí publico [se trata de «El arco iris y la cataplasma»]. Te envié ya otro en mi carta anterior [«Mojigatería»]. 



El arco iris y el cataplasma 



¿Cuántos maristas caben en una pasarela? 
Cuatro o cinco 
¿Cuántas corcheas tiene un tenorio? 1.230.424 
Estas preguntas son fáciles 

¿Una tecla es un piojo? 
¿Me constiparé en los muslos de mi amante? 
¿Descomulgará el papa a las embarazadas? 
¿Sabe cantar un policía? 
¿Los hipopótamos son felices? 
¿Los pederastas son marineros? 
Y estas preguntas, ¿son también fáciles? 

Dentro de unos instantes vendrán por la calle dos salivas de la mano 
conduciendo un colegio de niños sordomudos. 

¿Sería descortés si yo les vomitara un piano desde mi balcón? 



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De Alberti prefiero no hablarte porque lo haría muy mal. Creo que nos pone verdes en público y en privado. Sus declaraciones en La Gaceta ya lo dejaban ver. Si estuviera en Madrid, saldría de dudas en seguida y me vengaría. 



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Medita estos títulos de poema que hallamos Dalí y yo últimamente. Te escribo algunos. Los relativos a la hostia. 

MULAS HUYENDO DE UNA HOSTIA CONSAGRADA. 

COMBATE DE HOSTIAS CONSAGRADAS Y DE HORMIGAS. 

HOSTIA CONSAGRADA CON BIGOTE Y POLLA. 

HOSTIA CONSAGRADA SALIENDO POR EL CULO DE UN RUISEÑOR Y SALUDANDO. 
ETC, ETC, ETC. 

Muy bien por los sillones que cantan encima de las manos. 

Muchos abrazos y escribe, 

Luis


[PS] Mis señas de París, como siempre: 74 rue de la Glacière, París xiii 







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LUIS BUÑUEL (Calanda, 1900-Ciudad de México, 1983) estudió en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Dalí, Lorca y Pepín Bello. Su película Un perro andaluz, escrita junto con Salvador Dalí, se estrenó en París el 6 de junio de 1929. Los poemas en verso y prosa del poemario El perro andaluz fueron escritos entre 1925 y 1927.

JORDI XIFRA es director del Centro Buñuel de Calanda (CBC) y responsable de la edición de El perro andaluz, de Luis Buñuel (Animal Sospechoso Editor, Barcelona, 2023). Editó igualmente Max Aub. Buñuel. Todas las conversaciones (Zaragoza, 2020).