Nilton Santiago / Miel para la boca del asno
En Miel para la boca del asno (Visor libros, 2023) Nilton Santiago estrena una renovada modulación, más pausada y compleja. Su poesía (…) muerde como el asno del título cervantino («el que ve gigantes en los ventiladores… el que se ducha con un paraguas»). En este libro, las palabras aparecen como las «costuras del silencio». El poema habla sin poeta (…) a través de los personajes, de los antepasados, en un juego de espejos continuo (…) El yo se esconde, vuelve a la dimensión de Montale, se hace sepia, «que, para ver, vive expulsando tinta».
Alberto Pellegatta
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El puente de los perros suicidas
Tiene gracia que el suicidio de las aves cuvivíes
atraiga cada vez más turistas a Ozogoche.
«En un pueblo del oeste de Escocia llamado Milton
existe un misterioso puente
al que los perros van a suicidarse», dice el artículo.
¿Existe el suicidio en animales?
Mi exsuegra, Leles, lo sabía
y dormía de pie, como una utopía.
Un día lluvioso la encontraron tumbada sobre la acera
con las alas atadas.
(En casa, su soledad quedó reducida
a un resplandor de plumas blancas).
Duque, el perro de mi abuelo Hermenegildo,
también tenía plumas blancas.
Una noche se tragó a una serpiente venenosa
que atacó a mi abuelo
y se convirtió en lo que ahora soy:
el que busca huellas.
Quizá por ello mi corazón es un país que migra.
(Como un ave cuviví suicida).
Sé que Duque murió sabiendo que sería yo,
como yo sé que moriré lejos de mí:
envuelto entre acertijos y glaucomas.
Ese día volveré a ser Duque, el perro
que murió por mi abuelo Hermenegildo
para salvarnos.
¿No será el infinito un instante que persiste?
Algunos hombres en realidad son pájaros
que alguna vez fueron hombres
Hay un vecino que saca la basura de madrugada.
No me despierto por el ruido de sus pasos,
sino por el peso de su vacío
(que hace rechinar el falso parqué de haya).
Antes de salir, arrastra la bolsa de basura,
como a veces otros arrastran lo que ya no somos.
como a veces otros arrastran lo que ya no somos.
Baja las escaleras, tambaleante, como un pingüino ciego.
Los restos de pescado empiezan a descomponerse en la bolsa.
Los vecinos lo sabemos,
como sabemos cómo huele la ausencia
(o la comida precocinada del supermercado).
Los vecinos lo sabemos,
como sabemos cómo huele la ausencia
(o la comida precocinada del supermercado).
Los gatos callejeros lo conocen mejor
que la funcionaria de los servicios sociales,
así que lo dejan acercarse.
que la funcionaria de los servicios sociales,
así que lo dejan acercarse.
Me levanto, tengo ganas de clavarle una estrella en el corazón.
Abro la ventana y veo que intenta meterse a sí mismo
en el contenedor.
en el contenedor.
No puede. Sus alas quedan atoradas. Gime.
Le grito algo como «¡Deje ya de jodernos la vida!».
De pronto levanta la mirada, sorprendido,
me señala la estrella que tengo clavada en el corazón
y se marcha alzando el vuelo.
me señala la estrella que tengo clavada en el corazón
y se marcha alzando el vuelo.
Era eso que estoy a punto de ser, buscándome.
Borrar huellas
Se dice que una gota de sangre tarda
Sesenta segundos en recorrer el organismo y llegar al corazón.
Sesenta segundos para borrar huellas o para dejarlas.
Sesenta segundos en los que el ratón es engullido por la serpiente
tras adoptar la forma de la mandíbula dislocada.
¿Puede que el que ya no está,
ni en el aire ni bajo tierra,
viva en nosotros como en un yo disuelto?
Diría que mi abuela vive en mí, oculta.
A veces siento cómo florece su ojo morado
o me queman en las manos
las salpicaduras de la ardiente manteca de cerdo.
Deben de ser tonterías mías
o puede que el que ya no está
intente usarnos para borrar sus huellas.
Sólo recuerdo cosas que nunca he visto,
ojos morados, quemaduras,
buganvilias brotando entre las costillas rotas.
Memoria genética la llaman.
¿Heredará la cría el temor del ratón engullido?
Inventario de pájaros rotos
Akutagawa se suicidó con una sobredosis de barbital,
aunque el ruiseñor que aleteaba bajo sus párpados
aún vive.
A Nerval se le veía pasear a una langosta
con una cinta azul.
Su cuerpo fue encontrado colgado de una farola.
José A. Silva se disparó una rosa de azufre
tras desayunar unas sardinas con crema de afeitar.
Antes del fusilamiento de su marido y al ver a su hija
llorando flores en un campo de concentración,
Tsvietáieva se ahorcó con una orquídea.
La bala que mató a Maiakovski aún le da vueltas a la tierra.
Sylvia Plath metió la cabeza en el microondas
para sacarla debajo del agua.
Borrar huellas
Se dice que una gota de sangre tarda
Sesenta segundos en recorrer el organismo y llegar al corazón.
Sesenta segundos para borrar huellas o para dejarlas.
Sesenta segundos en los que el ratón es engullido por la serpiente
tras adoptar la forma de la mandíbula dislocada.
¿Puede que el que ya no está,
ni en el aire ni bajo tierra,
viva en nosotros como en un yo disuelto?
Diría que mi abuela vive en mí, oculta.
A veces siento cómo florece su ojo morado
o me queman en las manos
las salpicaduras de la ardiente manteca de cerdo.
Deben de ser tonterías mías
o puede que el que ya no está
intente usarnos para borrar sus huellas.
Sólo recuerdo cosas que nunca he visto,
ojos morados, quemaduras,
buganvilias brotando entre las costillas rotas.
Memoria genética la llaman.
¿Heredará la cría el temor del ratón engullido?
Inventario de pájaros rotos
Akutagawa se suicidó con una sobredosis de barbital,
aunque el ruiseñor que aleteaba bajo sus párpados
aún vive.
A Nerval se le veía pasear a una langosta
con una cinta azul.
Su cuerpo fue encontrado colgado de una farola.
José A. Silva se disparó una rosa de azufre
tras desayunar unas sardinas con crema de afeitar.
Antes del fusilamiento de su marido y al ver a su hija
llorando flores en un campo de concentración,
Tsvietáieva se ahorcó con una orquídea.
La bala que mató a Maiakovski aún le da vueltas a la tierra.
Sylvia Plath metió la cabeza en el microondas
para sacarla debajo del agua.
De Anne Sexton no quedan ni sus huesos:
si alguien abre su tumba
verá que está llena de pompas de jabón.
Celan se arrojó al Sena tras descubrir que era un poeta
y no una salamandra melancólica.
Watanabe fue enterrado con todo y alma
bajo un algarrobo.
No se suicidó,
pero el caimán asustado que dormía a su lado
hoy duerme conmigo.
Ahora entiendo por qué Dios
ha desmentido estar en todas partes.
si alguien abre su tumba
verá que está llena de pompas de jabón.
Celan se arrojó al Sena tras descubrir que era un poeta
y no una salamandra melancólica.
Watanabe fue enterrado con todo y alma
bajo un algarrobo.
No se suicidó,
pero el caimán asustado que dormía a su lado
hoy duerme conmigo.
Ahora entiendo por qué Dios
ha desmentido estar en todas partes.
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NILTON SANTIAGO (Lima, Perú, 1979). Sus últimos libros son El equipaje del ángel (Visor 2014), Las musas se han ido de copas (Visor 2015), Historia universal del etcétera (Valparaíso 2019) y Miel para la boca del asno (Visor 2023). Su obra ha merecido, entre otros, el Premio Tiflos de Poesía, el Premio Casa de América, el Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro y el Premio de Poesía Emilio Alarcos del Principado de Asturias.