domingo, 17 de noviembre de 2024

  

Carlos Jiménez Arribas Shibboleth






Carlos Jiménez Arribas










Jiménez Arribas apuesta por el poema en prosa como forma privilegiada de expresión posmoderna, e insiste en la ironía como método de desautomatización de lugares comunes. Asimismo, profundiza su revisión de tópicos de la tradición lírica: amor, naturaleza y muerte.
Pilar Fraile

Publicamos a continuación dos poemas inéditos del autor de Lisergia (Bartebly, 2023).
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Shibboleth 

Decían que eran inocentes pero en nuestro fuero interno sabíamos la verdad: que un aura de halos concéntricos nimbaba sus cabezas incitando a nuestras balas a buscar el objetivo en sus cerebros. A veces pronunciábamos su nombre antes de disparar, dos sílabas hirientes que les hacían saberse únicos. Y vivos. A veces no decíamos nada, y a plena luz el cuerpo que caía era a la vez partícipe del aire y de la bruma. Se creían iguales a nosotros y borraban los signos que escribíamos con trazo negro y mano anónima en los muros de sus casas. Creábamos nombres para ellos, así los llamábamos cuando esgrimían su inocencia. Formas de pronunciar una palabra delataban la impureza de su sangre, su shibboleth de miedo e impostura. Pero sabíamos la verdad, y en el mercado, en la taberna, por las calles y las plazas, los señalábamos con un estigma de ceniza sobre el cráneo para así poder reconocerlos. Hasta que uno de nosotros, el ungido, ejecutaba la voluntad del pueblo. Habíamos cubierto con retratos de estos héroes las paredes, jóvenes en flor que un régimen impuesto nos arrebataba en nombre de su idea de justicia. Teníamos memoria de un tiempo de pureza avasallado por la súbita invasión del otro, el singular, el diferente. De noche, entre chatos vasos de vino y un crujir de frutos secos, contábamos historias de cuando el árbol arrojaba al mundo su porción exacta de penumbra y los corderos recentaban a empellones. No había oveja negra, los peces se entregaban como dones a la red del pescador entonces. Ellos decían que todo aquello era inventado, luchaban por tener acceso a la feraz materia que formaba nuestros sueños. Se llevaban a los más valientes, los encerraban en presidios y en angostas tumbas. Madres, hermanas y esposas deambulaban en visita o velatorio por la seca geografía de un país que no era el nuestro. Ellos decían que era la fe de los conversos si veían que sus hijos se sumaban a la causa de nuestra liberación. Intentaban ocultar lo que era objeto de evidencia: que todos los nacidos libres de prejuicios en nuestro país abrazaban sin dudar nuestra bandera, que los nombres declinados con la frígida cadencia de su idioma entre las listas de nuestros caídos delataban lo mezquino de sus argumentos. Ellos decían que eran inocentes pero sus hijos, nuestros héroes, los asesinaban. 





En el canódromo

Corrían para así cumplir su penitencia. La nueva religión de la salud exigía fieles atléticos, y corrían detrás de su propia sombra, por prescripción facultativa, como la forma más segura de jamás encontrarse. La grasa y el alcohol luchaban contra ellos como don Carnal contra doña Cuaresma, nuevo Libro de Buen Amor escrito sin conciencia de pecado o contrición. Llevaban trajes de colores vistosos, petos y cronómetros y salían al relente del amanecer cruzando el tránsito fatal que iba del sueño a la carrera sin saber que no corrían por deporte o por placer, sino por penitencia, para recobrar el tiempo no perdido, los momentos junto al fuego, sobre el césped, la declinación fugaz de los atardeceres, cuando el mundo se cumplía en su contemplación y ya corrían sin saberlo hasta el extremo más incandescente de sí mismos. Volvían a casa todavía corriendo, y de sus cuerpos se elevaba un vaho tibio de deber cumplido. Sin ninguno de los íntimos motivos que tenían sus ancestros: no los perseguía bestia alguna que no fuera la vejez, ninguna moza se recogía las faldas y chillaba, recatada, huyendo de ellos, solo la juventud, ni seguían en manada un animal esquivo invulnerable. Galgos sin liebre en el canódromo, dibujos animados de su propia sombra, corrían por correr, o eso creían, pero así cumplían con su penitencia. Cuando por fin paraban, se estiraban con todas sus fuerzas contra el árbol, la pared, la papelera. Intentaban derrocar el mundo que con tanto esfuerzo Atlas había alzado para ellos.





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CARLOS JIMÉNEZ ARRIBAS (Madrid, 1966), ha publicado los libros de poesía Manual de supervivencia (2002), Darwin en las Galápados (2008) y Lisergia (2023). Es igualmente autor de los libros de narrativa Viaje al ojo de un caballo. Veinte días en Mongolia (2007) y Cuatro cuentos italianos (2013) y, de ensayo, El poema en prosa en los años setenta en España (2005). Publicará próximamente su traducción de El profeta, de Kahlil Gibran (Alianza).


 



miércoles, 4 de septiembre de 2024

 

Gustavo Wojciechowski (Maca) El espanto








©Paola Scagliotti                                                                                                                                                Gustavo Wojciechowski






La poesía de Gustavo Wojciechowski (Maca) ha construido y desarrollado, a lo largo de cuarenta años, un complejo proyecto estético que singulariza su producción en el concierto de la literatura uruguaya contemporánea y en el campo poético de la región y el continente. Con sus orígenes muy arraigados en la propuesta oral del poema, en la puesta en escena del texto poético, en performances donde se combinan las artes visuales y teatrales en multiplicidad de formatos, su quehacer poético fue desbordando la página y, en particular, la linealidad del lenguaje. Es decir, el poeta continuamente ha explorado en las posibilidades del poema más allá de la doxa («escribo los poemas / que puedo»). Para ello, leyó bien la poesía de Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, las propuestas de la vanguardia histórica, de la antipoesía de Nicanor Parra, de los poetas del concretismo brasilero, de los beatniks, la de sus contemporáneos uruguayos y argentinos, por citar algunas fuentes que alinean la obra de Wojciechowski con una genealogía de la Modernidad artística en su gestualidad de búsqueda, experimentación, exploración, ensayo y riesgo: «el poema que escribiera un día / el otro me decepciona». 
Gerardo Ciancio



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Árbol 

de mi abuelo vidriero apenas soy transparente
las várices de mi abuela materna viborean por mis piernas
la mancha del ojo de mi tía Irma me parpadea en el zurdo
se me deshojan las palabras como Margarita de madrina
gruñe cada tanto mi madre en mi mal humor

regurgita mi hígado en la garganta de mi padre
tengo la sed de mi abuela Anna en cada resaca
todas las flemas de mi Félix cangrejan mi esófago
las escaleras todas de mi padrino ruedan por mi cabeza
late cardíacamente mi padre pinchazo en el pecho
me cago por los intestino de mi tumorada madre

¿de quién serán las uñas que me crecen por cada dedo?

muérome siempre      cada vez que vivo

soy una caravana atravesando el desierto de mi ignorancia





Alpaca 

no somos pobres tampoco ricos / dirá mi madre
/ con su cuarto año de escuela y tuvo que pincharse los dedos
entretela y percalina / coser y sobrehilar y coser
/ cuando lo más escaso le arañe los tobillos
casi se le escapando algo por la manga ranglan /
el doble ancho de otra angustia / tendrá que cortar
otra vez contar las cucharas para llegar a fin de 31
/ remendar la semana / ya que había
vecina con una taza de azúcar / y la olla
generosa desconocerá discriminaciones / nada
se tira / tampoco nada desbordando cuando hubo heladera
/ haberá malabarista de la nada / disimulando lo que no
hubo ni había / plata no hay / pero el plato
no se ausencia niente / yo servido como hijo / y los posibles
fueron posibles / que nunca falte / que agradecer
lo que vendrá / era

.......

siempre seré un terraja / un pendejo
terraja / y esto no amerita poema alguno /
lo digo para no olvidarme / para que mi yo
más pendejo no lo olvide / ni haga de cuenta
el muy farsante / aunque no habrá como evitar
una hilacha sobresaliendo mismo
la mala calidad de segunda mano / desde chiquito
tengo un agujero en la media por donde se me escapa
la dicha / un buen verso si lo hubiera / la maravilla
puede pasar por entre mis bigotes pero yo
estornudo / no hay como desatar tal confusión / ni sé
si debo tratarte de usted / ¡cuándo te vas a avivar! / ese ignorante
soberbio / ese soberbio ignorante / pobre diablo
/ pendejo / con este yo puedo hacer una manifestación
multitudinaria / y hasta ponerme contento de creérmela /
qué pedazo de pendejo / cualquiera de todos mis terrajas /
mi yo

.......

Times New Roman cpo. 12 / la carpa
siempre está montada / mi mejor sonrisa
/ también tengo poemas a la luna / también tengo
poemas a la bruma / todos amigos
/ el putero de la poesía / pobrecita qué
culpa tiene de estar entre poetas / jóvenes
o vejetes / todos emperifollados / cogidos / los payasos
tan simpáticos / poetitos y poetotos / no se olviden
de mí / haciendo equilibrio
el equilibrio en la cuerda / con red
enredados / la mujer barbuda y el domador
de críticos / por un premio por un festival
/ ya me he maquillado / todo lo demás
son poemas de amor / hasta agotar stock

.......

Los que ya se fueron, los que no están, los que están
dormidos, los distraídos, los que no entienden, los que no quieren
entender, los que no lo intentaron, los que no les interesa,
los que se olvidaron, los que no saben, los que no tienen ni posibilidad,
los posibles y los imposibles, los que están por la mitad, los del medio,
los de afuera, los adentros, los que no volverán, los que aun
no llegaron, los que no se enteraron, los de siempre, los nuncas,
todos ellos, ninguno
se iluminan cada vez que escribo la letra a.






El espanto

borró si fuera martes o miércoles
el día en que nosotros que
éramos ni casi hombres, adolescentes
casi niños, el espanto borró
si éramos tres o cuatro o menos que algunos
cuando nos metimos furtivísimamente en la Facultad
de Medicina por atrás al costado estaba la morgue y nosotros
(no me acuerdo ni cuántos ni quiénes) asomándonos
al pasillo, para ver, porque queríamos ver
cómo era la muerte en caso de existir
sobre la mesada blanca
el cuerpo seccionado
                            marrón
no era un hombre
                       ni siquiera
el espanto

.......

/ ¿de dónde habrá salido / una vaca pastando
entre mis libros / lo que tengo que hacer / la mañana
tan obvia la mañana como una vaca / tan contundente /
apareció así como así / de la nada
y ya no hay como no saberlo : la verdad
/ es una vaca / ni contenta ni triste / una vaca /
¿qué otra cosa puede hacer tremendo animal?

/ no tengo más que una sola / es esta
y no otra / aunque parezca la cosa más
simple / tan tonta / contundente como una vaca
/ mi vida / corazoncito mío / una vaca

no es tonta / ¿qué podría pensar acaso
de un escritor preocupado por una vaca?

aliméntase de lo que pude haber sido /
no se traga verso o giro idiomático / lo mastica
si acaso / de norte a sur / regurgita y vuelve
a masticar / no traga nada / y sin embargo engorda
la gorda vaca me miró
con total indiferencia / ni como
si fuera una mosca / la podría molestar una mosca
/ me espetó toda mi nimiedad / no
sabés nada pibe ni la mitad de la milanesa / aún
sin proponérselo / esa vaca es muy despiadada
/ y a la vez un poco inocente / la inocencia
es muy despiadada

.......

borrachos de todas las tristezas / 
tristezas de cada madrugada /
todos los guachos / todos los engaños / madrugan
todas las resacas / esa casa estuvo llena de parientes
/ gentes de todas las edades / un perro /
terminales de cada agonía / manicomios
/ la tristeza de la felicidad de los enamorados pobres /
las separaciones / cuando nada es más que todo /
cuando ya no queda cuando / la madrugada /
cuando la tristeza se hace cargo del deseo
/ todos los tangos / un tango /
tristes de todas las tristezas /
el padre que se pierde dentro de la casa /
todos los dentro de cada madre / ni cada cosa
que no se tuvo cabe en el olvido / amores
de todas las penas / desesperos de cada gillette /
montevideos de todas las ciudades / de todas las devastaciones
no hay como la de un hijo / así como felicidad no hubiera
/ cuando la memoria tiene la carne fija / toda
la dentadura reluce en la mordedura del dolor irremediable
montevideo / los versos que perdieron el poema /
todas las cosas que están fuera de lugar









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GUSTAVO WOJCIECHOWSKI (Maca) nació en Montevideo en 1956. Diseñador gráfico, ilustrador, artista visual. Poeta y editor. Ha publicado una veintena de libros de poesía, una novela, poesía visual y tipográfica, así como algunos CDs con sus textos en colaboración con músicos y artistas multimediales. En 2004 funda su propio sello editorial: Yaugurú. Sus últimos libros publicados son Menos los viernes (en colaboración con Guillermo Xavier Sesma, Wolkowicz editores, Buenos Aires, 2022), Boleto de ida (CD junto a Fernando Goicoechea y Nicolás Mora, Sondor / Yaugurú, 2022), Extrema selección (antología, Chifurnia Libros, El Salvador, 2022) y Dié y uno má (plaqueta, Yaugurú, 2021).


 


domingo, 11 de agosto de 2024

 

Cristina Carneiro / Para simplificar












«Cristina Carneiro nació en Montevideo en octubre de 1948. En 1967 publicó Zafarrancho solo (reeditado en 1969 y 2010) y, en 1975, Libro de Imprecaciones. En la década de 1070 vivió unos años en Luanda (Angola) y Nueva York, y en 1980 se trasladó a Londres, donde trabajó durante 30 años como traductora especializada en derechos humanos para la sede mundial de Amnistía Internacional. Para simplificar (Yaugurú, 2019), además de poemas de los años setenta, recoge algunos textos de las décadas siguientes –recaídas esporádicas en la poesía, de todas las cuales se recuperó–. Dado que, a su entender, no tenía mucho para decir y lo que tenía era de poca monta, le pareció mejor tratar de ser útil en este mundo de otras maneras más tangibles. Y desde entonces siguió dejando de escribir. Falleció en 2019.»


Agradecemos a Gustavo Wojciechowski la posibilidad de publicar una selección de poemas de su libro Para simplificar (2019, Yaugurú).

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La casa de carne


Abajo donde no llega el viento a las banderas
Los soldados conocen sus propias fuerzas.
Allá.
Abajo.
Clavada 
A sus pies
Abajo ella se peina en la veloz contemplación a la que nos tiene acostumbrados.
Detrás de su pelo hay un recinto de fosfatos consumiéndose en la inmovilidad
entre sombreros y
parece mentira que de ahí salgan sus mentiras para contemporizar con el tiempo.
Ella
Empuñadora de su peine
Claveteada a una espesa herradura de fijísimos destellos
Cada noche canta su cola de pescado
y del otro lado de la línea su cara de pescado
Escucha a su cola
Rodeada por una murga de calaveras apasionadas
Bajo la rabiosa luz de la noche. 
No se figurarán
Heridos por sus humores
Que tiene libertad de viaje por la imagen de sí que le ofrecemos.
Abajo
Acá
Pediremos al viento
sus treguas blandas.
Oh puro retrato de sí misma.
Oh territorio donde siguen creciendo el pelo y las uñas
Y el bautizado
Y el que bautiza.
O sea que si dice tener un cuerpo es para empalmar a solas con el Destino, hijo 
     del Caos y de la Noche.









Refutación IV


Al verlo me llené de admiración.
Como todos negó a su madre al nacer
Y alegre crece espantando fieras,
Bien que incomodado por ellas.

Entono mi alabanza:
                              es, como todos, mortal.

Los que crecen espantando fieras
bien que abrazados a ellas

Los incomodados por fieras
los afiebrados

Los que a duras penas


Los apasionados
que miran fijo durante años un mismo punto
que miran un punto fijamente hasta que muere

Los perrillos.
Las avecillas.









Los perros del destierro


Yo que me violentizo,
tú que me ablandizas.
Yo porque estoy en otra parte,
tú porque es lo lógico nel mezzo del cammin.
Yo que cada noche me despierto más callada,
tú que estás hecho un mandarín.
Bueno, bueno:
cuando el olmo dé peras
ya tendré yo la obligación moral de encontrar mi voz.
Pero entretanto
pero por ejemplo sobre el Támesis con sus bordes de rosas dispépticas y ciervos
     republicanos
yo que fui la novia de Frankestein
cada día apesto mas a esposa de Cristo
correteo
me trepo a cajas de cartón:
                                         hay en este mundo
perros entrenados para violar mujeres
                        (no me creen)
para defender la Patria
                              mujeres preñadas
                                    (no creen)
                              la Patria amenazada por enemigos de adentro

Mientras la Vaca Europa regurgita su festín de hierba
tejo historias donde perros carniceros
                                          (no, no)


donde ríos anchos como mar


No sé, tal vez tan solo me violentizo porque mi estómago ya no tolera desarreglos
y porque los perros babosos de América Latina circulan por mis sueños









Abarrotando el paisaje con detalles superfluos


La realidad, como cualquiera lo sabe,
no tiene por qué tener sentido: las cosas, sencillamente, 
ocurren.
Esa verdad a la que nos referimos
al decir que algo es más raro que la ficción
es un baldío lleno de basura aleatoria.
De hecho uno podría, con un pequeño esfuerzo,
uno
tal vez podría hasta inventarla.









Hace mucho, mucho tiempo


Hace mucho, mucho tiempo
cuando yo era una persona más buena,
miraba las lindas luces del cielo
y pensaba:
La noche no es nada.
Lo peor es el largo, largo día.
Si no me creen, pregúntenle a Stella Olivera.






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CRISTINA CARNEIRO (Montevideo, 1948-2019) fue poeta y traductora especializada en derechos humanos en Angola, Nueva York, París y Londres. Publicó tres libros de poemas: Zafarancho solo (1967), Libro de Imprecaciones (1975) y Para simplificar (Yaugurú, 2019).


 



jueves, 20 de junio de 2024

 

Antonio Méndez Rubio / Clic


























Antonio Méndez Rubio lleva tres décadas profundizando en una poética de exploración de lo que podríamos llamar «lo indecible». Es el suyo un compromiso radical con el esclarecimiento de elementos ocultos por los lenguajes oficiales: un compromiso por luchar contra los tópicos que acaban constituyendo una política lingüística, un obligar al lenguaje a decir «lo que es pertinente decir». Aquí se insiste en la propuesta de desautomatizar el lenguaje o, lo que es lo mismo: la búsqueda del «clic» que permita a la lengua volver a lo que de nosotros y de nuestros muertos queda en los resquicios, en los huecos. Encontramos de nuevo en este libro una estrategia magistralmente utilizada, marca del autor: se parte de (incluso se llega a) frases hechas que se desligan de su contexto sintáctico habitual, lo que hace que estas frases y aquello que las acompaña, tomen una deriva inesperada y empiecen a significar de nuevo, a brillar en su singularidad. 

Así, el lenguaje se recarga de sentido, nos aleja de esa asfixia de la que partíamos para enfrentarnos con nuestra cara más humana: el reconocimiento del no saber. 
Pilar Fraile



Publicamos a continuación una selección de poemas de su libro Va verdad (2013), más dos poemas de su último libro, Clic (2023).

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Después de ver lo libre
que llega el miedo a hablar
por hablar
               desaparece.
                                Habla
como espiando la luz.
Todo empieza por ti
a pronunciarse sin remedio. En esta
pura rabia también pernocta
el hueco de las palabras
que no se dijeron
ni se dirán.
Mira
por dónde la tierra prometida viene
a ser solamente un
lugar para vivir
en el cielo de la boca.









Su claridad de conciencia
no viene del cielo como tal
cielo.
        Por otra parte,
ya se ha hecho de día.
Se confunden destellos. Y
mi idea es que se deje
muy pronto de saber
lo que aún no se sabe
decir.









Por fuera del desenlace
nos abrazábamos por no saber
enmudecer, dormir.
                              No
mucho después de aquel ruido
de hojas que crecen, donde
brilla aún un sol alzado,
solamente me he quedado
con 
un resto de libertad que
se parece a temblar
                              en
un lugar terroso, crudo, donde
dar la vuelta a la piel,
donde mi cuerpo se confunde
conmigo. Nada más: todo por
no decir: esa es la
realidad
.









Da tiempo. Dar
todo el tiempo. Mirar
nada salvo
la simple intransición
acústica del verbo.









Lo único que quería
de esa tierra
era no tenerla en la boca, no
conocerla. No perseguir
a alguien sin nadie cerca.
Y respirar. Oler
a nada hasta en el aire,
extractos de amapola.

¿Era tanto pedir?









Una voz
exclamaba creyendo
que estaba viendo mundo:
«
¡Nieve!   
¡Nieve!».

Unos pasos
se cruzaban sabiendo
que no era nieve lo que se hundía
al oír de fondo: 
«¡No
se puede! ¡No se puede!
»









Ahora sí que sale el sol,
la afirmación sobre los abedules
de algún sol sin
mañana. ¿Esperabas
que, por no ser nada,
atravesara ese muro
de cal tu propia
rendición?
               ¿Qué luz ya no
da para comprenderlo?
Responde con palabras
de otro tiempo o de algún otro
mundo si ves que puedes.
                Brinda el paso
del miedo al paso al frente,
                más
vale así, más despacio,
para que nadie te tienda
la trampa, la mano.









Señas tras el cristal
justo antes de romperse:
hablas por escuchar
algo. Ramas calladas:
un exceso de letras
para poder poner un solo
nombre a cada 
cosa.
                  De ilusión
a ilusión, de muro en muro,
como si tuviera peso,
se cae también el sol.
                  Que no
hay mundo a salvo del mundo.
Lo que hay es más
que mundo.







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ANTONIO MÉNDEZ RUBIO (1967) es poeta y ensayista. Premio Ojo Crítico de Poesía de RNE (2005). Sus últimos poemarios, editados con Vaso Roto (España/México) son Va verdad (2013), Por nada del mundo (2017) y Tanto es así (2022), además de Clic (Zaragoza, Olifante, 2024). Ensayos críticos recientes: Teoría de los umbrales (Lecturas de poesía) (Valencia, La Documental, 2022), La escucha actual (Madrid, Cátedra, 2022) y Fascismo de Baja Intensidad (Santander, La Vorágine, 2023). En torno a su obra se han publicado los libros Un lugar sin lugar (R. Molina / Universidad de Extremadura), El paisaje invisible (J. Fernández Gonzalo / Diputación de Badajoz), La fiesta del miedo (A. Cubero (ed.) / Chamán) y Torno (P. Aros / Varasek). Su traducción de la novela Frankenstein o el Prometeo moderno de Mary W. Shelley fue Premio Nacional a la mejor coedición universitaria en 2022.




domingo, 21 de abril de 2024

 


   

Alberto Pellegata / Hipótesis de la felicidad


Traducción de Mario Pera



©Antonio Riccio                                                                   Alberto Pellegatta






















Figura destacada de la poesía italiana, Alberto Pellegatta siempre ha tenido una voz muy original. Surrealismo y desencanto son los elementos más destacados de su poesía, ahora recogida en Hipótesis de felicidad, que se manifiesta también con fuerza en la estructura del verso. Pellegatta, ganador de la primera edición del importante Cetonaverde Poesia (2005), confirma con este nuevo libro otro paso hacia la unificación de lo más elevado con lo más bajo, de lo lírico con lo cotidiano. A la densidad del verso se une la versatilidad de un canto más prosaico, con un tono de leve sarcasmo capaz de confrontar lo absoluto y lo provisorio, tanto en la pereza de un atardecer como en las páginas de su provocador bestiario. Autor de L'ombra della salute (Mondadori, 2011), en Hipotesis de felicidad (Ril, 2023) inicia un recorrido que reflexiona sobre el hecho de ser poeta, sin caer en lo metaliterario, sino, por el contrario, con una creatividad que se traduce en gestos cotidianos, donde muchas veces se oculta la poesía a la espera de alguien que sepa tocar la llama.

Mary Barbara Tolusso



Presentamos una breve selección de poemas de Hipótesis de felicidad en traducción de Mario Pera. 


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Dejar todo en orden para hacer como que no hubiera nada
–pastillas y terrazas son mejores que fusiles y afeitadoras.

Seca bajo las matas de mirto.
Se arquea inconsolable
el azul rufián de los hospitales.
Nunca duerme,
ni siquiera cuando las bestias flaquean
parece un corazón robusto.

La pena tiene horario de visitas.
No basta esta superficie
aunque se extienda en un milagro.
Demasiado rudimentaria, con pocas pretensiones
aún, demasiado acústica, sin ser todavía
la huella de los animales sobre la nieve. Sin verbos
funcionaría igual, puro estilo
sin significado. Sin manos que lavar.

Siempre un bien circunstancial, una fantasía
de algodón. Olvida ser un teléfono
para convertirse en un cariño. Escríbeme al dorso.

También desaparecería de otros departamentos
cubierto por un blanco sin fibra –masacres que aceleran
las armonías naturales. Aunque con otras actitudes.

En tus vasos el agua se convierte en asma.
Tal vez un agotamiento, con grandes alas
como un alivio. Luchan los bisontes en la niebla.

El dolor sale aceitoso del grifo mal cerrado.
En la cavidad de la rodilla donde te pica.
Por eso las descargas, el trauma, no para recuperar
el equilibrio, no para formar plazas o tendencias
sino para desobedecer a la naturaleza y que, poco a poco,
se convierta en libertad. Dulces disparos iluminan la noche.
Para cada forma, su contrario. Desmoronarse
para mejorar.





Lasciare tutto in ordine per fare finta di niente –
pastiglie e terrazze meglio che fucili e rasoi.

Asciuga sotto cespugli di mirto.
Si inarca inconsolabile
l’azzurro ruffiano degli ospedali.
Non dorme mai
neppure quando cedono le bitie
sembra un cuore robusto.

La pena ha un orario di visite.
Non basta questa superficie
se pure si allungasse in un miracolo.
Troppo rudimentale, di poche pretie
ancora troppo acustica, ancora non 
impronta di animali nella neve. Senza verbi
funzionerebbe lo stesso, puro stile
senza significato. Senza mani da lavare.

Sempre un bene di circostanza, una fantasia
su cotone. Dimentica di essere un telefono
per diventare affetto. Scrivimi indietro.

Sparirebbe anche da altri appartamenti
coperto da un bianco sfibrato – eccidi che accelerano
le armonie naturali. Pure con altri atteggiamenti.

Nei tuoi bicchieri l’acqua diventa asma.
Forse un esaurimento, su grandi ali
come un sollievo. Si battono i bisonti nella nebbia.

Il dolore esce oleoso dal rubinetto chiuso male.
Nell’incavo del ginocchio dove prude.
Per questo le scariche, il trauma, non per ritrovare
l’equilibrio, non per formare piazze o tendenze
ma per disobbedire alla natura, che poco a poco
diventi libertà. Dolci sparatorie richiarano la notte.
Per ogni forma il suo contrario. Andare in pezzi
per migliorare. 



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Desorientado puede volverse
submarino, mientras la ciudad,
plana como un afiche,
patina simétrica
−con sus violentas miniaturas.

Los uniformes de los bomberos mientras descansan:
sirenas de escenarios destruidos.

Se abre la avenida como un cóndor.
No solo muebles de jardín
sino también escenas de axilas y brazos.
Pronto un ciego pintará fuera de los bordes
y los perros volverán a volar.





Spaesato può diventare
sommergibile, mentre la città
piatta come un poster
pattina via simmetrica -
con le sue miniature violente.

Le divise dei pompieri mentre riposano
Sirene di scenari sfasciati

Aprendosi il viale come un condor.
Non soltanto mobili da giardino
ma scene di ascelle e braccioli.
Presto un cieco colorerà fuori dai bordi
e i cani torneranno a volare.








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ALBERTO PELLEGATA (Milán, 1978) Es crítico, traductor y editor. Estudió en las universidades de Milán y Barcelona. Ha publicado las colecciones de poesía Matinata larga (2001), L’ombra della salute (2011) e Ipotesi di felicità (2017). Ha obtenido los premios Bienal Cetona, Nacional de Meda y Amigos de Milán, entre otros. Ejerce la crítica en periódicos y revistas de su país, y ha colaborado en volúmenes como L’artista, il poeta (Skira, 2010) y Velocità della visione (Mondadori, 2017). Ha trabajado como editor y en la actualidad dirige Taut Editori. Mantiene el blog albertopellegatta.blogspot.com


MARIO PERA (Lima, 1991) es poeta, ensayista, diseñador gráfico, abogado. Estudió en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Se desempeña como periodista cultural en la revista Prestigia. Ha publicado los libros de poesía Preparaciones anatómicas (2009), Ruido Blanco (2011; 2015 y 2016), The Most Natural Thing. New American Poetry (junto a David Keplinger, 2016) e Y habrá fuego cayendo a nuestro alrededor (2018), entre otros. Es director de la revista web literaria y editorial Vallejo & Company.





lunes, 5 de febrero de 2024


   

Ángela Serna / Máscaras para no enloquecer




©Patricia Furlong                                                                              Ángela Serna


























Nuno Júdice, en Las máscaras del poema, afirma que escribir poesía en el mundo actual es un modo de conservar lo que, día a día, vamos perdiendo: el ser en el tiempo, la identidad del yo en la disolución del sujeto devorado por el movimiento del mundo. […] Hay quien lee por entretenimiento, de manera superficial. Hay quien lee en profundidad, con trascendencia, archivando lo leído: indagación fértil que enriquece al conocimiento, afianza entendimiento, libertad y bondad de quien leyó. Ángela Serna, para conmovernos, se mueve «entre un yo, un tú y un nosotros». Asume visceralmente que escribe como vive, también como lee. No se conforma con que la vida le roce. Ella se deja atravesar por la vida. No lee humo sino fuego. Razones por las que en sus Máscaras para no enloquecer encontramos tanta sustancia, tanto fundamento, tanto saber. 

Esta voz distinguida destaca entre el coro de voces convocadas para el diálogo, en un ejercicio ejemplar de intertextualidad. Éste no es un libro culturalista. Antes bien obra fundacional del yo gracias a los mundos «visitados», cimentación de una sólida personalidad. […] Poesía es la sustancia espiritual y material de que está hecho el poema. Y los poemas, aquí, son sustanciosos. Tratan de la vida, de la duración y el transcurso («carruaje del tiempo»), del miedo («locura y cordura son solo palabras […] con ojos con piel con insomnio y temblores»), de la soledad («Estás solo en un mundo indiferente»), de la muerte («Cada día te acercas más / al lugar donde se esconde el sol»). Pero «la muerte es ilegal»; así que se alza la resistencia en un espacio-tiempo de nihilismo habitable («escribí la biografía de Nadie»). Las llamas que ven todos son fuego destructor. El poeta que lo es, la poeta que lo es, ven en cada llamarada la llamada interior hecha de luz. Así Ángela Serna. Así su poesía.

Ángel Guinda




Se publican aquí poemas de las tres partes del libro Máscaras para no enloquecer, Ed.Celya, 2017: Somos aquello que leemos, Sin ruido y Un Beethoven cualquiera en la Novena.



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Primera parte 

Somos aquello que leemos



III

Fueron tiempos de grandes añadas.
Pero eso se aprende mucho después.
                                 Carmen Borja



Hoy quiero acumular desaprendizajes para cuando 
florezcan los árboles y pueda, por fin, ser 
infractora 
de manual.

Mañana iniciaré mi primer exilio de la mano
de Heráclito.

Necesito cambiar.
No reconocerme.
Ser otra.

Mañana
abandonaré la casa.

Sobreviviré.





XIX

No debería dejarse /al arbitrio
de lo fugaz la frágil sustancia del poema.
                                       Noni Benegas


Desconozco la razón por la que un día
escribí la biografía de Nadie.

¿Y si Nadie fuera el único superviviente
de un planeta llamado NO ?

No hay tiempo.





XXII 

He vivido entre los arrabales, pareciendo 
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces.
                           Leopoldo María Panero


Me dijiste 
«soy sólo una herida en la pared.» 
Y yo te creí.

Aquel lugar de muros fríos y olor a meados
y a sudor da forma, desde entonces,
a mi territorio del miedo.





XXIX

Si el hombre sintiera de verdad,
no habría civilización.
                     Fernando Pessoa



Un día escribí la biografía de Nadie.
Confesé ser parte de una trinidad.

Pessoa me reveló que soy plural:
el plural de nadie.

Que las máscaras
mantienen a raya la locura.

Que vivimos en la intersección. En ese lugar inestable
donde locura y cordura son sólo palabras, a veces trabadas,
a veces libres, palabras con ojos con piel con insomnio
y temblores; palabras de piedra palabras de olores
palabras-palabras mujeres y hombres.

Susurros que dispersa el viento. Palabras.

¿Por qué será que no me sorprende
el exceso de desasosiego depositado
en estas líneas?






Segunda parte 

Sin ruido


I

No te acomodes en la herida.
Descubre la grieta por la que supura el dolor
y retorna al aire.






Tercera parte

Un Beethoven cualquiera en la Novena


III

Despacio,

      como cuando acaricias la piel de un bebé,
se alza el sol tras la colina.

Sueñas con partir hacia lejanas tierras
         ajeno a la tragedia que te acecha.

Con el tiempo aprendes
            que el verdadero viaje
es siempre interior.


(Grieg, Peer Gynt, suites 1 y 2)





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ÁNGELA SERNA (1957, España) es poeta. Fue creadora y editora de la revista Texturas-Nuevas dimensiones del texto y de la imagen. Organiza desde 2006 el ciclo Cita con la poesía: encuentros con poetas y artistas de otras disciplinas. Ha traducido al español poemas de autores franceses y la obra de Michel Butor Description de san Marco. Tiene una veintena de poemarios publicados, algunos traducidos al francés, al euskera, y parcialmente al italiano, rumano, griego y chino.