Esther Zarraluki / La profesión de Adán
Esther Zarraluki |
Estos versos parecen recordarnos que hay unas historias detrás. Y efectivamente las hay, pero no se cuentan, no interesan las historias en sí, sino la impresión de vida fluyendo. Aunque me atrevería a decir, por otra parte, que esta vida tampoco fluye, está ahí estática, siempre igual a sí misma, y las imágenes apuntan en realidad a otra cosa que son y no son las propias historias. En la sección «La profesión de Adán» esto queda muy explícito: se trata de voces «a punto de olvidarse», escenas, retazos de vida de los que el jardinero es simplemente quien está allí, un testigo cualquiera, incluso podría decirse que es la vida que se atiende a sí misma, a esas voces, a esos personajes. Hay también un simulacro de movimiento, porque si toda historia parece dirigirse a un fin, la vida parece tener una dirección: «Avanza / y yo le veo desde la esquina». Sin embargo, así como no hay narración, tampoco hay avance, no se avanza hacia ningún sitio. Puesto que, aunque la vida, al parecer, se dirige a alguna parte como decíamos, con prisa incluso, ese movimiento es pura apariencia, ilusión, en realidad siempre está en el mismo lugar: el lugar del dolor y la alegría: «a veces se tiende risueño, a veces es miedo en el callejón / y miseria».
Por eso el ir, el avanzar de la vida, se confunde con el regresar: «Volver al punto de regreso / apoyar la frente en el límite / sin afán de comprender; volver al dintel». Y más adelante: «Esperar como entonces / a que algo crezca mirando: / la masa, el tallo, el niño, la marea».
Teresa Shaw
Los siguientes poemas forman parte de La profesión de Adán, una de las partes que componen Cerca.
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El jardinero avanza usando la pala
como bastón. Las semillas
se dejan llevar por la tormenta.
Los huesos esperan. El jardinero
lo sabe, avanza, se acerca.
Una muchacha se resguarda
del aguacero.
El jardinero no mira la tierra, el agua
corriendo por el bordillo, las semillas
arrastradas,
ni imagina la sed saciada
de las raíces. Avanza
y yo lo veo desde esta esquina
Pau Claris Gran Vía
le reconozco
se acerca
tropieza
cae
muchacha no rías
labios alegres
no rías
ojos alegres
no rías
la pala en el suelo
los huesos
____
Jardinero,
¿de dónde nacen las voces?
¿Es en la tierra?
Agua y barro,
como en un cuento germinal.
Los arces se mecen
y olvidan,
tienden sus hojas
como si el invierno
no hubiera existido jamás
y cada nacido tapara con la mano
la boca de los muertos:
¿Ves? Vale la pena,
la célula, el abejorro, la niña, el hambre
que se ensanchen tus caderas
aprender la mansedumbre del sí
el sufrimiento y que trepa por las raíces
y toca el cabezal, la silla, la cuchara
______
Las veo en los arcenes
Las veo en los arcenes
En los arcenes.
La vi una madrugada
llamar a la puerta
que no se abre.
Son las seis y clarea.
Con los zapatos en la mano, ella
me recuerda a Regina,
que hace tiempo murió
y en su vejez
decidió descalzarse
para siempre.
Ábrele, Regina.
Las veo en los arcenes.
Sus ojos
clavados en la curva.
Este poema no admite palabras,
mira hacia la carretera y escupe.
Es una puerta que no se abre.
Regina vivía en un gran piso
del Paseo de Gracia. Me abrió
con los zapatos
rojos, de tacón
en la mano. “Los compré en Berlín”, dijo.
Reía alegremente, como una chiquilla.
“Eso no lo he olvidado”.
El poema del sexo no deseado
me mira con asco
y ella sigue llamando a la puerta,
con los zapatos en la mano.
(Canción de Magdalena)
______
Conoces la metáfora del mar
y la puntualidad de sus mareas,
el secreto que quiere confiarnos
y que yo aún no puedo ver.
Y conoces también otros sentidos
para la sombra de un gato,
para un tren cruzando la estepa
y para la nieve y las figuras alejándose,
para el tacto recordado y las piedras
y la espera.
Te acercaste a la ventana.
Ruido en los pasillos, neón, líquidos.
Pero tú te acercaste a la ventana,
atento a toda comprensión.
¿Qué viste?
¿Dónde recoger tus signos?
(Canción del secreto)
Para JL GF
______
Se acerca. Quiere
abrazarme ya.
Yo quiero ver cómo se acerca,
así que le detengo
dulcemente:
espera, espera,
deja que mire primero
las cosas que nos rodean,
la noche fuera y este sumarse todo
en la habitación,
fondo de mar,
pantano donde yacen
animales muertos
y crías que ven la luz y gritan.
Porque está todo aquí,
en mi cuerpo,
todo lo que tocaron mis manos
y lo que vi y pensé, su incendio.
Y también la ciruela que come una muchacha,
sus pendientes y su alegría,
la mujer que bebe y la que duerme,
la que vio marchar a su amante y la que ahora,
en este instante, se pregunta qué hace aquí,
allí, en su propio pantano. Subo a un camión repleto
en un país en guerra. Perdí a mi hijo. Soy
anciana y niña, me afano por llegar
y olvido las llaves. Busco un lugar donde sentarme.
Tuve dos hijos, siete, no he sido madre.
Y todas callan ahora,
mientras veo cómo te acercas.
______
Un jardinero avanza
y se entretiene.
Rumor de agua a lo lejos.
La fogata no espera al jardinero.
Debe darse prisa, huele ya a humo
y anochece.
Una mujer lo mira mientras se acerca.
¿Con quién lo confunde,
por qué va a alzarse
para tocarlo?
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ESTHER ZARRALUKI nació en Barcelona en 1956. Es licenciada en
Filología Hispánica.Ha publicado los poemarios Ahora, quizás, el juego (Noega,
1982), Cobalto (DVD, 1996), y los cuadernos El extraño (Café
Central, 2000), Visitas (Els ulls de Tiresies, 2004) y El fruto
oscuro (El toro de barro, 2005) con poemas que más tarde incorporó a Dónde
(DVD, 2006). En el libro Peces que
duermen (Consulta, 2012), sus poemas dialogan con la obra escultórica de
Jordi Roura. Su último poemario es Cerca
(Trea, (2017).
TERESA SHAW (Montevideo, 1951) es autora de los libros de poesía Destiempo (Barcelona, 2003) y El lugar que contemplas (Barcelona, 2009). Ha traducido la poesía de Frieda Hughes (Wooroloo, Barcelona, 2002), hija de Sylvia Plath y Ted Hughes.
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