sábado, 16 de junio de 2018

G.M. Hopkins / El halcón


Traducción de Misael Ruiz





G.M. Hopkins




















Existe una discreta tradición de traducciones al español de la poesía de Gerard Manley Hopkins. La inició José Antonio Muñoz Rojas, en 1936, con la publicación de unos pocos poemas en la revista Cruz y Raya. Mariá Manent, Dámaso Alonso, Manuel Linares Megías y, más recientemente, José Ángel Valente y Carlos Pujol la han mantenido viva. Es una tradición con pocos seguidores, por el mismo motivo por el que es improbable que se interrumpa nunca: la certeza de que ninguna versión de sus poemas será nunca la definitiva. Son demasiadas las dificultades que entrañan las aliteraciones, la rima, el ritmo peculiar desarrollado por Hopkins –sprung rhythm–, la falta de conexiones sintácticas y semánticas, los encabalgamientos o las palabras compuestas.

Ángel Crespo señala, en un revelador artículo publicado en Hora de Poesía, en 1989, cómo las traducciones de Dámaso Alonso dan la «imagen de un Hopkins casi enteramente clásico en su expresión». Desaparece en ellas la complicación léxica, rítmica y temática del original. Transforma el idiosincrásico ritmo de Hopkins en un verso más o menos libre y renuncia a trasladar algunos de los recursos característicos de su poesía. Tras analizar las distintas traducciones hasta la publicada por Manuel Linares, Crespo afirma que «la lectura de Hopkins en español queda en pie debido a que no se advierte en estas versiones un esfuerzo por conservar hasta donde sea posible el complicado juego de aliteraciones, rimas –muchas de ellas internas– y ambigüedades de los originales».

Esto puede servir de justificación para cometer la imprudencia de abordar una nueva versión del que Hopkins consideraba su mejor poema: The Windhover. A las traducciones a las que se refiere Ángel Crespo, habría que añadir la de Carlos Pujol y la precisa y excelente de José Ángel Valente que, como afirma Jordi Doce al analizar su labor como traductor, se aparta de la senda de las anteriores versiones de G.M. Hopkins al español. La traducción de Valente es, en algunos de sus aspectos, insuperable. Además de la exactitud semántica, hay que destacar la incorporación del hipérbaton, reflejo de la estructura sintáctica del original, así como algún ejemplo de sustantivo compuesto y la sorpresa del encabalgamiento. A pesar de este antecedente, la densidad de los recursos utilizados en el poema original lo convierten en un hermoso reto para cualquier traductor de poesía.
En su prólogo, Dámaso Alonso compara a G.M. Hopkins, con Góngora, por sus «complejidades y rarezas», y con Juan de la Cruz, por su «hondura espiritual». Por su lado, Ángel Crespo cree, con Eugenio d’Ors, que el barroco no es un estilo decadente sino una expresión de las contradicciones del alma y califica la poesía de Hopkins de cristianismo barroco. Basta acercarse al texto para advertir de manera intuitiva que, al traducirlo, resulta natural recurrir al lenguaje de la poesía barroca española.

Además de los problemas de sentido del poema, para lo que me he podido apoyar en las versiones antes mencionadas, así como en la edición de Catherine Philips para Oxford University Press, esta versión busca el paralelismo con las aliteraciones, rimas y ritmos del original. Para ello, he preferido crear efectos semejantes, aunque fuese mediante recursos distintos, que imitar las recurrencias propias del poema en inglés. Las rimas internas y externas que pueda haber aparecen en un orden diferente del original y las aliteraciones no se corresponden, lógicamente, con las inglesas, sino que se limitan a crear efectos similares a partir de un material y un contexto fonético distinto.

De toda traducción de poesía puede decirse siempre que es sólo una versión; en el caso del poema de G.M. Hopkins, salta a la vista. Sin renunciar a la fidelidad semántica, «El halcón» –ya en el título comienza la traición– se propone recrear el contenido y los efectos de conjunto producidos por la lectura de The Windhover. Espero también, y esto es condición necesaria para su éxito, que se sostenga como poema independiente en español.

Misael Ruiz





Gerard Manley Hopkins (1844-1889) estudió en Oxford con Matthew Arnold y Walter Pater. Se convirtió al catolicismo en 1866, fue ordenado sacerdote e ingresó en la orden de los jesuitas, lo que le alejó de su familia. Ejerció como sacerdote y profesor en distintos lugares hasta que, en 1884, fue nombrado profesor de lenguas clásicas en la Universidad de Dublín. Acuñó el concepto de paisaje interior o inscape que, según él, caracteriza a cada uno de los elementos del universo. En sus poemas trata de aprehender el paisaje interior propio y específico de aquello que trata. Desarrolló igualmente un ritmo nuevo que llamó sprung rythm; en su opinión, correspondía al ritmo natural del habla y de la prosa en lengua inglesa. Estaba constituido por versos con un número determinado de acentos de intensidad y un número variable de sílabas átonas. En sus escritos, Hopkins señalaba con signos específicos los acentos que no resultaban evidentes para el lector así como otros rasgos prosódicos. Durante su vida, su poesía no fue leída más que por sus amigos y, cuando se publicó en 1918, fue recibido como un precursor de la literatura moderna desvinculado de la época victoriana a la que pertenecía.




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El halcón


                                        A Cristo nuestro Señor


                  
En la mañana he visto al favorito de la mañana,
    al príncipe del reino de la luz, halcón que arrasta moteada el alba,   
    cabalgando ondulante en el aire firme y, a horcajadas
en lo alto, de las riendas de las alas rizadas
¡en su éxtasis se alza! Y luego, de costado, se lanza,
    como el filo del patín que en suave curva se desliza, se abalanza
    y, suspendido, al fuerte viento vence. Mi corazón oculto ha despertado
un ave: ¡el dominio de su vuelo, su proeza!
                  
Orgullo, aire, acto y pluma; bestial arrojada belleza,
    todo suma. Mas el fuego mil veces más hermoso
de ti, oh caballero mío, brota, más peligroso.
                  
    No es extraño: el trabajo solo el arado enciende
en el surco; azules, tristes ascuas, oh amado,
    saltan, raspan y, en oro bermejo, hienden. 






The Windhover


                                            To Christ our Lord



I caught this morning morning’s minion, king–
    dom of daylight’s dauphin, dapple-dáwn-drawn Falcon, in his riding
    Of the rólling level únderneath him steady áir, and stríding
High there, how he rung upon the rein of a wimpling wing
In his ecstasy! Then off, off forth on swing,
    As a skate’s heel sweeps smooth on a bow-bend: the hurl and gliding
    Rebuffed the big wind. My heart in hiding
Stirred for a bird, –the achieve of, the mastery of the thing!

Brute beauty and valour and act, oh, air, pride, plume here
    Buckle! And the fire that breaks from thee then, a billion
Times told lovelier, more dangerous, O my chevalier!

    No wónder of it: shéer plód makes plóugh down síllion
Shine, and blue-bleak ember, ah my dear,
    Fall, gáll themsélves, and gásh góld-vermílion.
                       


                                                                               [22 de julio de 1873]




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MISAEL RUIZ (Bruselas, 1960) es autor de los libros de poesía El hueco de las cosas (Trea, 2010),  Todo es real (Pre-textos, 2017; premio Antonio Oliver Belmás) y Una idea de mundo (Animal Sospechoso, 2022). Es coautor, junto a Alberto Silva y Juan Pablo Roa, de Renga (2022). Ha traducido y editado la poesía de R.S. Thomas, Clive Wilmer, George Herbert (con Santiago Sanz; premio de Traducción Ángel Crespo, 2015), Catherine Pozzi, George Santayana (con Santiago Sanz) y Lala Blay.



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