Yirama Castaño / En los labios de la noche
Yirama Castaño |
Entrar a la lucidez como a un culto secreto y signar la iniciación a tramos de silencio. En la escritura de Yirama Castaño se sella un pacto entre la voz y la noche. En su verso exacto y decantado y en «la embriaguez de sus murmullos» encontramos la mejor representación de la poesía del silencio en Colombia. Esta autora cultiva la imagen concreta, reconociendo como un don de la poesía el revelar el mundo como signo. Entre sombras y asombros, Castaño se protege de definir su entorno y se compromete con la sugerencia como un modo de transparencia. La poética del verso decantado es también aquí un llamado a despojarse de accesorios y superficies que dificultan la visión del poeta, de allí su batalla con todo reflejo, incluido el propio. De allí el descenso a la oscuridad para hallar el camino certero hacia la luz. Este viaje hacia la claridad se alza sobre un lecho de penumbra y hace falta un coraje infranqueable para destejar la luz de fondo que habita en el centro de las cosas. Yirama Castaño Güiza es de las poetas colombianas aquella a quien le han sido dadas las llaves de la noche.
El legado del escaldo
El horizonte camina
en un punto suspensivo.
Es la hora de las ánimas
No hablarán los testigos
Le pondremos cerrojos al instante.
Último invierno
rodaron las amarras de tus manos
El sudor desató un torrente
Caía el granizo
Caía fuerte
Pero nunca llovió
Las cábalas latían en la noche
Número y letra
El alma que algún día
tuvimos que delatar
nos deja al descubierto.
Acordes para luciérnaga
Pequeña centinela atrapada en el tropiezo
Rendida a los pies del bosque
renace la noche en amarillo
Vendrá el día
para buscarle
escondite al movimiento.
Andanzas
Ya no sobre esa mano.
Ya no sobre la mano que era mía
y abandonó de pronto el universo.
Amor,
el océano está aquí.
Al otro lado de la habitación,
en la pared que se nos viene encima,
en el sudor que nos separa.
Un sueño aleja por momentos la nave que se mueve.
Oprimidos contra el miedo.
Emergentes,
náufragos.
Amantes
el oscuro habitante desaparece.
Es la catedral del círculo,
la tierna embriaguez de los murmullos.
Historia de año nuevo
También llueve aquí en abril.
A los cuentos completos de Onetti
les agregaron ocho páginas en blanco.Se cortaron las historias
mi tiempo no es tu tiempo
a la hora que tú duermes,
yo vigilo tu sueño de pez
que nada entre corales.
El agua se mueve,
alguien se aleja,
se acerca,
escapa de la red.
El país de las maravillas
El rey rojo sueña Alicias,
mientras los espejos cuentan noches.
¿Dé qué juego vuelves?
¿Hacia qué cielo vas a dirigirtecuando te despiertes?
El rey no ha muerto.
sólo son sus ojos,
que te miran al revés.
El mirador de la paloma
A Yolanda Guzmán Ortiz,
justo al cumplir los veintitrés años en 1985,
mientras corría por el barrio Bochica.
En su mochila,
las llaves que ya no existen.
Paso al frío,
justo en el valle que separa
una teja de la otra.
El agua se desliza por las crestas
y se siente cómo absorbe los sonidos de la casa.
Ha logrado sortear la primera pieza de ese techo,
hecha para tapar la vista de los pájaros.
Avanza hacia la pendiente
inclinando el cuerpo
y guarda silencio.
El rodillo pasa por la placa
y comienzan a hablar todas las palabras.
El estruendo de la imprenta
y la puerta que se rompe,
hacen estremecer el tiempo.
Las manos son extendidas en el muro,
mientras un bermejo y espeso color
toma forma de chispas en
el asfalto.
En la calle del sol,
salen a pasear las torturadas sombras.
La noche amenaza llegar a su fin.
Los muchachos con
sus bolsas de leche
escapan por los altos de la iglesia,
dejando cuajos a su paso.
Abajo,
los guardianes
apuestan por cuál de ellos se partirá las piernas.
Todos salen en la madrugada,
incluso aquellos que jamás regresan.
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