domingo, 19 de junio de 2022

Cuca Esteves / Dos poemas 







La noche en que se rompió el acuario de 400 litros de Patrick





Para entender en profundidad los recitales de Cuca Esteves tenemos que conocer las raíces de las que se alimenta. Cuca ha construido su territorio expresivo en la frontera donde vienen a coincidir la narración, la poesía, la música y las artes escénicas. Este territorio es el resultado de una concepción que se ha gestado a lo largo de su vida, desde sus estudios de piano en el Conservatorio de Buenos Aires, de composición en París y en La Haya, hasta su formación en escritura para las artes escénicas en Riverside, California. Las artes escénicas son quizás la clave que disuelve y resuelve su dilema entre música y literatura. 


Josep Giralt




_____________







La noche en que se rompió el acuario de 400 litros de Patrick 



En el medio de la noche

las cuatro de la mañana

nos despertamos escuchando un

ploc

            ploc

                        ploc




¿Qué es eso?

¿Escuchás?

Sí, suena a agua.

Gotas.




Prendemos la luz

y guiados por el sonido

llegamos al pie de la cama

donde vemos

un chorro bajando

            no un hilo de agua

            un chorro

por la pared.




La pared donde están los estantes con el equipo de audio de Marcel.




No lentamente,

sino a raudales

y encima de la cama

            gotas.




Tocamos el equipo

está mojado.

Espantados

movemos todo lo que está contra la pared y enseguida

salimos a gritar al medio del patio

hacia el balcón

¡Patrick!

            ¡Patrick!

a todo pulmón.




Pero no pasa nada.




Entonces subimos las escaleras del frente y golpeamos a la puerta           

¡Patrick! Wake-up!

Water!




Hasta que al fin nos escucharon y abrieron.

Marcel entró

y vociferando les explicaba

¡El acuario!

¡Está perdiendo agua!




Y las luces se prendieron una a una

la gente deambulando apareció por los pasillos medio dormidos

(siempre había algún extra que se quedaba a dormir)

¿Qué?

           ¿Qué?

                        ¿Qué pasa?

Hasta que todos se levantaron

y procedieron a vaciar la pecera con cubos

(¿qué habrá pasado con los peces?)

y nosotros

a desparramar toallas por la cama

           por los estantes

            en el suelo

            contra la pared




y después de una hora más o menos

volvimos a la cama

pero no en la pieza, no,

tiramos el colchón en la sala

y nos armamos una cama provisoria.




A la mañana siguiente

           al levantarme

miré a los nuevos manchones de agua

            y me resigné

                       a no poder hacer nada al respecto.




Pero cuando pasados los días

Patrick

ni siquiera pasó a pedir disculpas

preocupada por el moho y la humedad

compré un secador de pelo         

    (¡un secador de pelo!)

para secar las manchas

y subí al piso de arriba

            toc toc toc

¿Está Patrick?




Era Brad,

Sí, que me apuntó hacia adentro

hacia el cuarto que está arriba de nuestra sala

y ahí estaba el Maestro

            El King

            de nuestro pequeño drug cartel

en ese cuarto con una cama y demasiadas cosas.




Le di el recibo del secador de pelo y le dije,

            Tomá. Me debés esto. Por el desastre de la pecera.

Lo miró y me dijo,

            Sí, no, disculpa, disculpa,

Y me dio una bolsa de maría

            y un billete de cincuenta euros.




Bajé a casa con sus regalos

y mi recibo por un secador de veinte

para pasarme unas cuantas horas parada en el escalón más alto de la escalerita plegable

secando el techo

con el brazo levantado y la cabeza hacia atrás

en una posición bastante incómoda.




Después de meses…

            o más,

            de odiarlo profundamente,




                        se secó.


                                                                                                           [De Crónicas Schevingeanas]





La perla  




I



Aprendí que el lenguaje define

que la historia, atrapa

          Que no se puede empezar de nuevo

una y otra vez

               Hit the reset button.




Aprendí que la partida parte

como una línea divisoria,

               marca.




Lenguaje y partida,

          ninguno tiene vuelta

son una constante huida

          hacia adelante.




Lo que no sé ahora, ya no lo aprendo.

No tengo lugar para cosas nuevas.




Como una nuez, como una ostra,

me cierro, me voy cerrando

y espero, deseo, ansío

               Infinitamente

          que un granito de arena quede atrapado adentro

               y se transforme en perla.




II



La perla es el producto de una reacción, de un mecanismo de defensa.

Es la ostra protegiéndose contra la intromisión de un cuerpo extraño,

un objeto no deseado

y lo neutraliza cubriéndolo de capas de nácar y otras cosas demasiado científicas

como para ser nombradas en un poema

durante diez años,

círculos concéntricos sobre el grano de arena

crean formas, colores, perlas

que al ser recolectadas por nosotros, humanos codiciosos,

terminan en el cuerpo de alguna adinerada dama

que ignora que su cuello está adornado de invasores

que provocaron una guerra silenciosa.


Diez años la perla tarda en nacer.

Y yo, laboro la mía con lentitud, con ignorancia, con impaciencia,

hasta que la muerte nos separe.


                                                                                                                                 [inédito]



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CUCA ESTEVES (Argentina, 1970) es compositora, música, y escritora. Después de su formación en el Conservatorio de Buenos Aires, estudió composición en París y La Haya, y escritura creativa en la Universidad de California. Actualmente, vive en Scheveningen (La Haya). Ha publicado un libro de poemas, Crónicas Schevingeanas (Valparaíso Ediciones, 2020).





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